Bien, por dónde empezar cuando lees un título así...
El otro día leí un artículo que hablaba sobre el fracaso escolar en las aulas, los niños y niñas que repiten curso o cómo apuntar a nuestros hijos a clases de refuerzo es la mejor idea para que aprueben los exámenes.
Y, si te soy sincera, no pude evitar llevarme las manos a la cabeza.
¿Realmente queremos que nuestros hijos piensen y sientan que han fracasado? ¿Qué suspender un examen, no entender una materia o no tener motivación para estudiar signifique ser un/a fracasado/a en la vida? ¿Es ese el tipo de educación y crecimiento que queremos que tengan nuestras maravillosas y extensas hojas en blanco con un futuro espléndido que formar?
Si me hicieran a mí esa pregunta mi respuesta inmediata sería "Por supuesto que no".
Imagínate que, un día volviendo de clase, llegaras al confort de tu hogar y descubrieras a tu madre leyendo un artículo en Internet que dice "Cómo ayudar a tu hijo/a a superar el fracaso escolar...", mientras toma notas como una posesa.
Pues bien, mi primer instinto sería de rechazo, de pena, de tristeza, de soledad y de no sentirme entendida. Así que, bajo mi humilde opinión, creo que las "clases" de refuerzo de las que hablaba el artículo que leí el otro día no tienen que ser clases como tales.
Las verdaderas clases de refuerzo escolar que necesitan nuestros hijos/as es la forma de encarar ese bache en su vida. La clase de refuerzo que necesitan es el nuestro, nuestra ayuda, nuestro apoyo y nuestra comprensión. Que se sientan arropados, queridos y entendidos. Y que no pasa nada por tropezar en esta vida, caerse y, eso sí, levantarse después.
Porque el verdadero fracaso es quedarse en el suelo lamentándose del tropezón y pensando que no eres capaz de seguir adelante.
Así que, papi o mami que estés leyendo esto, alumno de cualquier edad o, incluso, persona adulta que trabaja y siente que fracasa en algún aspecto de su ámbito profesional (porque ésto nos puede afectar a todos), no te centres en la caída, que no es ningún fracaso, céntrate en cómo levantarte.
Y, buscar una mano amiga que te ayude a ello, ésa es la verdadera valentía. Y para eso están los profesores particulares, de refuerzo o como quieras llamarlos. Las personas amigas que están ahí para ayudarte a continuar con más ilusión el camino de aprendizaje que has emprendido.
Porque las piedras en el camino son la mejor lección que podemos aprender.
