Las emociones son sentimientos intensos producidos por hechos, ideas, recuerdos, personas… Estas nos acompañan durante toda nuestra vida, por lo que controlarlas es esencial para poder tener relaciones y evitar conflictos. Nos movemos entre seres humanos, las relaciones sociales e interpersonales componen nuestro ámbito diario, las emociones nos ayudan a decidir con qué personas queremos entablar amistad, con qué gente nos sentimos más cómodos.
Según Trianes Torres y García Correa (2002), para llegar a ese estado de control, la educación emocional se convierte en socio-afectiva. Esta debe potenciar la adquisición de una serie de competencias, entre ellas la competencia social, que consiste en conocer aquellas normas socialmente aceptadas, así como procesos internos tales como el pensamiento autorregulador de problemas sociales o procesamiento de la información social y la autoestima. Estos procesos conforman una serie de comportamientos considerados como positivos por parte del entorno más cercano al individuo, ya que éste los controla y dirige de tal manera que consigue que sus relaciones sociales sean exitosas.
Casel (2005), ofrece una perspectiva diferente, habla de educación socio-emocional, la cual propone el desarrollo de 5 características para optimizar las relaciones:
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Conocimiento de sí mismo: conocer las características emocionales e ideológicas personales, así como un buen autoconcepto y autoestima.
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Autogestión emocional: regulación de las propias emociones para poder manejar las negativas tales como el estrés, violencia e impulsividad y expresarse de manera propicia, para poder superar retos y lograr metas.
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Conciencia social: empatizar, ponerse en los zapatos del otro, encontrar relaciones de semejanza entre iguales, no actuar por presión social y emplear adecuadamente los recursos disponibles de familia, escuela y entorno.
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Habilidades de relación: crear y mantener relaciones sanas y que aporten algo positivo al individuo, poder resolver conflictos interpersonales y saber pedir ayuda.
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Toma de decisiones responsables: mediante la revisión de las normas y criterios comúnmente aceptados y su aplicación, establecer un patrón de acción y escoger cómo actuar.
La falta de educación emocional, implica que las personas sean incapaces de identificar y manejar sus emociones, y esto se ve reflejado en su comportamiento. Los principales problemas que derivan de esta falta de conciencia emocional son:
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Dificultad en las relaciones sociales: Un niño que no conoce las emociones y no es capaz de diferenciar las suyas, tampoco es capaz de entender las de los demás. Esto implica falta de empatía, que puede derivar en problemas de agresividad, mala conducta y falta de comunicación con sus compañeros y con sus profesores.
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Problemas de ansiedad y depresión: Aprender a manejar el estrés y los niveles de ansiedad se consigue mediante la educación emocional. Saber identificar y gestionar las emociones a tiempo, puede ser clave para evitar o reducir considerablemente problemas de ansiedad y depresión.
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Desmotivación: La falta de educación emocional puede derivar en falta de motivación, desinterés, apatía y por tanto resultados académicos negativos.
Otros problemas que pueden derivar de la falta de educación emocional son:
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Falta de asertividad: incapacidad para manejar de la mejor manera los conflictos.
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Vocabulario emocional limitado: incapacidad de expresar y describir las emociones con precisión, lo que provoca frustración al sentir que no te entienden.
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Impulsividad: dificultad para hacer balance de buenos modales y cordialidad, que desemboca en toma de decisiones precipitadas y posibles conflictos.
- Culpabilización de los demás por las emociones negativas: incapacidad para sentir responsabilidad, tendencia a pensar que las acciones de los demás son las únicas culpables de las emociones negativas que sienten.