La importancia de la postura y la técnica al tocar el piano

A la hora de abordar un instrumento, sea cual sea, es muy importante poner el foco en la postura.
La eutonía frente al piano (en este caso) no solo será bueno para nuestra espalda, brazos y cuellos, sino que permitirá la fluidez de un sonido más profundo, apoyado y ligado.
El impulso de presionar una tecla para emitir el sonido, no debe nacer en la mano, sino de todo el cuerpo.

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¿Qué postura tomar al tocar el piano?

Para ello es necesario:

1- Sentarse en un taburete a la altura correcta, el codo no debe superar la altura del teclado. Ocupando las 2/3 partes del asiento más próximas al teclado, el resto del apoyo caerá sobre nuestras piernas, que apoyan en el suelo.

2- Espalda recta y el ombligo que coincida con el DO central del piano. Cuello también recto, acomodamos nuestro campo visual, bajando y subiendo la vista, pero nunca articulando el cuello.

3 - Brazos y manos relajadas, dejándolos caer por el costado del tronco, y sin que los brazos se separen del mismo, flexionamos el codo para llevar el antebrazo a una posición semi horizontal que nos permita que la mano llegue al teclado sin flexionar las muñecas.

4- La mano debe permanecer relajada, en posición neutral, y el impulso para accionar cada dedo debe nacer de todo el brazo (acompañado con el cuerpo) sin que se desarme la postura de la mano ni se rectifiquen las falanges.

Teniendo en cuenta estos puntos, podemos comenzar a hacer sonar las primeras notas del piano. Que la tecla sea un agarre, un lugar de apoyo donde necesito poner el peso suficiente para lograr un sonido sonoro, expresivo, ligado, pero que no suene golpeado. Para ello es muy importante también que no haya movimientos bruscos. La mano siempre va cercana al teclado y los dedos se mueven casi sin despegarse de la tecla.

Los dedos son un puente de conexión entre el instrumento y el ejecutante.

Cada frase, cada ataque, o cada salida, tendrán una gran diferencia sonora entre una ejecución con una técnica correcta.

A todos nos deslumbra siempre la velocidad, en ese espíritu nato de competencia, todos apostamos al más veloz, pero que los dedos corran rápido, no quiere decir que seamos virtuosos. Virtuosos seremos cuando a esa frase, le añadimos todos los elementos interpretativos y sonoros que el compositor haya escrito, además de la velocidad.
Para eso se requiere entrenamiento, tiempo, dedicación, constancia. Nada se logra de un día para otro y de la nada.
Todos tenemos múltiples y diferentes capacidades, hay quienes tengan más facilidad para la velocidad, otros para la expresión. Debemos encontrar ese punto de equilibrio que nos hará brillar.

Podríamos llegar a definirnos como atletas del piano. Imaginemos una situación real de atletismo: una persona que quiere correr un maratón (42km) sin hacer todo el entrenamiento que requiere llegar a esa distancia, y solamente confía en que es posible porque tiene velocidad en las piernas, pero preguntémonos ¿Cuánto resistirá esa velocidad? ¿Tiene el conocimiento y el desarrollo técnico suficiente para alcanzar la meta?, y si lo alcanza, ¿han quedado lesiones por detrás?

Si trasladamos la situación del corredor al piano, podemos establecer algunas similitudes. Comenzaremos a tocar una obra veloz, porque nuestros dedos tienen velocidad, pero poco a poco las notas empezarán a perderse, a no distinguirse una de otras, formando una gran bola de sonidos y decaerá la velocidad. Quizá nos podamos sentir orgullosos por llegar a la doble barra final, pero si somos realmente sinceros, sabemos que para llegar hubo stress, y muchos errores que fuimos dejando en el camino, por no contar con todos los recursos necesarios para lograrlo y disfrutarlo.

Lo importante de tocar es poder disfrutar, sin frustraciones, y para ello hay un camino, que se transita paso a paso.

Pide siempre que tu profesor, que desde la primera clase, te enseñe una correcta técnica.

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