Pedagogía aplicada a las clases particulares

Las clases particulares son una ayuda para muchos alumnos que necesitan refuerzo en algunas asignaturas. Los profesores particulares debemos marcar la diferencia y atender a las necesidades del alumno, tanto si la clase es individual como en grupo y no centrarnos únicamente en buscar el aprobado, sino en enseñar a los alumnos a estudiar y a optimizar su tiempo y recursos.

Y de recursos didácticos vamos a hablar hoy. Vamos a ver algunas herramientas pedagógicas y didácticas para que nuestros alumnos disfruten y aprovechen más las clases.

1. Escucha a tus alumnos. Cuando unos padres acuden a un profesor particular siempre nos explican sus dificultades o problemáticas. Sin embargo, es indispensable escuchar a los alumnos (escucha activa) y ver cuál es el problema con esa asignatura. ¿No lo entiende? ¿No tiene el nivel suficiente y se ha quedado atrás? ¿Su clase es problemática?¿Tiene empatía con su profesor del colegio? Esta información nos va a dar pautas para marcarnos una hoja de ruta. No lo olvidemos, quién más información tiene siempre es el alumno.

2. Refuerzo positivo. A estas alturas ha quedado claro que machacar a un estudiante no hace que reaccione, sino que se hunde más y deja de prestar atención en clase y a su asignatura. Siempre desde una perspectiva realista, hay que animar al estudiante para que aprenda que si se esfuerza y trabaja tendrá resultados. Los cursos escolares son carreras de fondo, los más constantes son los que llegan mejor preparados y menos estresados. Aprobar es importante pero los alumnos tiene que venir felices a las clases de refuerzo.

3. Enseñar a razonar. Un método que siempre funciona es el socrático: preguntar y preguntar hasta que el alumno llegue a la solución. En asignaturas como historia o filosofía es muy importante enseñar a los estudiantes que todo tiene una razón, que sigan un hilo argumental, que piensen, ya que en muchas asignaturas relacionar conceptos es lo más importante y no sólo memorizar sin más.

4. Pensamiento crítico. En muchas asignaturas hay ejercicios en los cuales el alumno tiene que debatir o escribir ensayos en los cuales tiene que ser creativo y que se le exige tener un cierto nivel de madurez intelectual. En lengua e inglés los textos argumentativos son un ejemplo claro de como los estudiantes tienen que poner en marcha otros recursos pedagógicos. Ahí muchos alumnos tienen dificultades, ya que lo que se les pide es que escriban un ensayo sobre un tema o se posicionen a favor o en contra. El debate de ideas y una redacción madura es imprescindible.

5. Trabajo en equipo. Tengo muchas veces grupos de alumnos que aprenden mejor y se interesan más por la asignatura cuando implemento dinámicas de grupo, ya sea debates, comentarios de texto o comentarios de fuentes. Los alumnos cuando trabajan en equipo se retroalimentan entre ellos, participan y aprenden de una forma mucho más fluida. Esa sinergia es interesante también para el profesor, que le permite conocer mejor a sus alumnos y poder ayudarlos mejor.

6. Valorar la participación. Hay que incitar al alumno a que participe siempre en las clases, un alumno pasivo tiene más tendencia a distraerse, a no escuchar y a no atender a las explicaciones que le damos. Participar de forma activa centrará al alumno y la clase fluirá mucho mejor. No importa que lo que el alumno aporte sea más o menos relevante, lo importante es que pregunten, que participen, que se interesen y que haya una comunicación positiva entre alumno y profesor.

Desde mi perspectiva de profesora de humanidades, trabajo siempre en un plano pragmático para lograr conseguir los objetivos del alumno pero sin olvidar los míos: que sean curiosos, que tengan pensamiento crítico y que razonen, que sean reflexivos y que lo pongan todo en duda y en cuestión. La educación y la pedagogía debe ser algo más que aprobar exámenes.

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