Ir al psicólogo es considerado un tabú para muchas personas, porque en parte implica reconocer que no estamos bien, que algo no funciona en nuestras vidas, que no hemos podido solucionar un problema por nosotros mismos, entonces pensar en buscar ayuda puede verse como un signo de debilidad.
Igualmente, minimizar lo que nos sucede, también impide que vayamos al psicólogo, porque el dolor emocional o psicológico normalmente no lo contemplamos como importante, cuando sí lo es.
Por otra parte, encontramos muchos mitos alrededor de la salud mental, que impide normalizar el cuidado emocional, psicológico, relacional y mental, tanto así que incluso se utiliza como frase para ofender a otros “estás loco/a”, “no estás bien de la cabeza”, “busca ayuda”, lo que nos lleva también a un uso indiscriminado de términos como “estás psicoseado”, “estoy deprimido”, “ella sí es ansiosa”, que muestran un desconocimiento de lo que en realidad significan la psicosis, la ansiedad, la depresión, como trastornos mentales, que dicho sea de paso, en algún momento de nuestra vida, todos podemos experimentar, pues es de lo humano.
Otro aspecto que hace que las personas no asistan al psicólogo u oculten a las personas que está asistiendo a un psicólogo, es el sentirse juzgados, precisamente por todos los mitos y falsas creencias sobre la salud mental.
Ir al psicólogo no es signo de debilidad, al contrario, reconocer que necesitamos una mirada diferente para ver y solucionar nuestros problemas, es necesario.
¿Por qué resulta importante normalizar el hecho de buscar ayuda por parte de estos profesionales?
Es importante normalizar ir al psicólogo, porque un adecuado cuidado de la salud mental, nos permite lograr un equilibrio en todas las áreas de nuestra vida. Salud mental es relacionarnos bien con otros, tener claridad para tomar decisiones, reconocer y gestionar nuestras emociones, comunicar lo que queremos, organizar nuestro día a día, dormir bien, alimentarnos bien, cuidar de nuestras finanzas, aprender a cuidar de nosotros mismos, asumir responsabilidad emocional, afrontar problemas de la vida cotidiana.
Ir al psicólogo es tener un espacio para uno mismo, aprendemos cómo funcionan nuestras emociones, comprendemos por qué actuamos, como lo hacemos, eso nos ayuda a modificar las conductas que nos lastiman y lastiman a otros, podemos ver los problemas desde una perspectiva diferente.
Normalicemos ir al psicólogo, lo que aprendemos en consulta, es prevención, porque hemos aprendido herramientas para enfrentar problemas a corto, mediano y largo plazo, nos reconocemos como personas capaces de seguir adelante, de encontrar soluciones, en el proceso descubrimos recursos personales, emocionales, familiares, que antes de asistir al psicólogo, no sabíamos que teníamos y todo eso es cuidar de nuestra salud mental.
¿Normalmente cada cuánto se debería asistir a consulta, o depende más de situaciones particulares de la vida?
No necesitamos una patología para ir al psicólogo, debería ser parte de nuestra lista, vamos al psicólogo cuando sentimos que perdimos el control ante una situación nueva, aprendemos a afrontarlas y recuperar la sensación de control.
Podemos ir al psicólogo cuando tenemos dificultades para tomar alguna decisión en cualquier área de nuestra vida: Laboral, vocacional, relacional, familiar, personal.
Podemos ir al psicólogo cuando tenemos dificultades para conciliar el sueño y esto afecta todos nuestros procesos cognitivos y emocionales.
Vamos al psicólogo cuando hay algún diagnóstico y necesitamos herramientas para aprender a vivir de manera funcional, adherirnos al tratamiento, crear redes de apoyo familiar y social, que nos ayuden a seguir adelante.
¿En qué momentos de la vida es importante que el ser humano busque ayuda de estos profesionales?
En todos los momentos de la vida, la salud mental está dentro de la gran categoría de salud de la OMS “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades".
Y en una definición de salud mental más específica, como «un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad»
Por esto, ir al psicólogo aplica en todos los momentos de la vida, sobre todo si consideramos que siempre nos encontramos ante cambios que nos generan malestar emocional, relacional, psicológico y necesitamos compañía de un profesional en psicología para pasar por esos procesos de ajuste y aprendizajes vitales.
¿Qué otras consideraciones resaltaría al respecto?
Los beneficios de asistir al psicólogo son innegables y necesitamos trabajar en alzar más la voz para desaparecer los estigmas y mitos que existen sobre salud mental, problemas mentales, trastornos mentales y su adecuado cuidado.
Por otra parte, recordar que no todo lo que diga ser de psicología es psicología, en el sentido que el profesional de psicología utiliza métodos y técnicas basadas en la evidencia científica para poder hacer un acompañamiento ético y responsable. Cuidarnos mucho de no caer en manos de personas que aplican pseudoterapias ofreciendo “sanación inmediata”, pues si es un profesional en psicología será conocedor/a de las complejidades de la psiquis humana, entiende que no hay fórmulas mágicas para el cuidado adecuado de nuestra salud mental, por lo tanto, no las ofrecerá. Esto nos ayuda también a borrar el mito de “los psicólogos están locos”, “no confío en los psicólogos”, en parte comprensible por ciertas prácticas no psicológicas que dañan la imagen de la psicología como disciplina científica.
Ustedes pueden comprobar si el profesional en psicología tiene tarjeta profesional escribiendo al Colegio Colombiano de Psicólogos.
Ir al psicólogo es talvez una de las mejores inversiones de la vida, la salud mental como derecho debe estar garantizada por los operadores de salud, también pueden buscar en su ciudad las múltiples instituciones y/o fundaciones que ofrecen servicios psicológicos a precios accesibles.
Adriana Sofia Silva Silva, Psicóloga, magíster en psicología, máster en terapia familiar.