Resiliencia. Cuando no puedas con la lluvia conviértete en tormenta

"La tormenta hace que los árboles echen raíces más fuertes".

Había una vez una joven fue a ver a su madre. Le contó sobre los momentos que estaba viviendo y lo difícil que le resultaba todo. No sabía cómo iba a hacer para seguir luchando y que estaba punto de darse por vencida y abandonar todo.

Su madre le pidió que la acompañara a la cocina. Llenó tres ollas con agua. En la primera colocó zanahorias, en la segunda huevos y, en la última, colocó unos granos de café. Sin decir una palabra esperó que el agua de las ollas empezara a hervir.

Después apagó el fuego y retiró las zanahorias y las colocó en un recipiente. Hizo lo mismo con los huevos y con el café. Miró a su hija y le preguntó: ¿Qué puedes observar?

"Veo zanahorias, huevos y café", fue la respuesta de la hija. La madre le pidió que se acercara y tocara las zanahorias. Estaban blandas. Después le pidió que tomara un huevo y lo pelara. Una vez retirada la cáscara, pudo observar que el huevo se había endurecido. Finalmente, le pidió que tomara un trago del café.

Entonces la hija preguntó: "¿Esto qué significa?" La madre le explicó que cada uno de esos objetos había tenido que enfrentar la misma adversidad. Cada uno había reaccionado de una manera diferente. La zanahoria era dura, resistente antes de hervirla pero después, había quedado blanda y débil. El huevo con su frágil cáscara había protegido el interior de éste que se había endurecido. Por último, los granos de café molidos una vez hervidos habían cambiado su forma.

"¿Con cuál de estos elementos te puedes identificar?" le preguntó a la hija. "¿Cómo le respondes a la adversidad cuando ésta golpea a tu puerta?

¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café? Piensa en esto: ¿Qué soy? ¿Soy la zanahoria que parece ser fuerte pero, con la adversidad me debilito y pierdo mi fuerza? ¿Soy el huevo que al principio tiene un corazón blando, pero cambia con el calor? ¿Será que el aspecto de mi cáscara no cambió pero, por dentro, me he convertido en una persona amargada y difícil, con un espíritu rígido y un corazón endurecido?

¿O soy los granos de café? Los cuáles han cambiado el agua caliente, precisamente a la circunstancia que le produce dolor. Cuando el agua se calienta, el grano libera la fragancia y el sabor. Si tú eres como el grano de café entonces, cuando las cosas han llegado a su peor momento, tú empiezas a mejorar y a cambiar la situación creada alrededor tuyo. ¿Te puedes elevar a otro nivel en los momentos más sombríos y al enfrentar enormes desafíos?

¿Cómo enfrentas la adversidad? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?

¿Qué les parece si empezamos a enseñar a nuestros niños a ver los problemas como oportunidades para crecer, para aprender de las situaciones y ser personas capaces de lograr todo aquello que se propongan?

La resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, además de salir fortalecidos de la misma y adquirir un aprendizaje.

La resiliencia cobra especial relevancia en el proceso educativo porque está demostrado que la escuela es un ambiente clave y fundamental para que los niños adquirieran las competencias necesarias para salir adelante gracias la capacidad de afrontar la adversidad.

Tradicionalmente, en la escuela se ha puesto el foco en la detección de los defectos en lugar de la identificación de fortalezas. Para promover la resiliencia se han de favorecer climas emocionales positivos en los que los alumnos se sientan seguros y responsables de sus acciones, sin estar condicionado por la exigencia de los adultos

Las escuelas son espacios del proceso de enseñanza-aprendizaje, a su vez que constructores y orientadores del desarrollo personal, entre el que se encuentra la resiliencia.

Desde hace tiempo la sociedad conoce que las emociones y las relaciones sociales influyen en los procesos de enseñanza-aprendizaje, por ello no sólo podemos centrarnos en una enseñanza cognoscitiva, sino que hablamos de una enseñanza del conocimiento ligada a una enseñanza socioafectiva y personal.

¿Cómo podemos enseñar la resiliencia a nuestros niños?

La resiliencia es algo que todos podemos aprender, tanto niños como adultos. Aprender de ella supone el trabajo con emociones, conductas, pensamientos y acciones que pueden desarrollarse con el paso del tiempo. Podemos ver una serie de estrategias para llevarla a cabo:

1. Enfocarnos en las virtudes. El autoconcepto y la autoestima se desarrollan a lo largo de la infancia y la adolescencia, por ello supone especial importancia el trabajo de ambos. Es importante que los propios alumnos descubran por sí mismo cuáles son sus habilidades, es decir, en qué son buenos, en qué pueden llegar a ser los mejores. Una vez lo hayan descubierto, nuestra misión es potenciarlo al máximo.

2. Positivismo. Enseñar a valorar sobre aquello que tienen y qué es lo que más importancia le dan. Aprender a ser más optimista e interpretar las dificultades como retos es una cualidad de las personas positivas.

3. Relativizar. A veces un problema nos parece que son el fin del mundo. ¿Realmente es tan grave? Si hiciéramos una escala del al 10, donde 10 es lo peor que puede suceder, ¿en qué grado de importancia se sitúa el problema que tan malo parece?

4. El error forma parte de la vida. Todos nos equivocamos y no debemos enfocarlo como algo negativo sino como una parte del aprendizaje. Igual si no hubiéramos cometido ese error no seríamos tan conscientes de cómo debemos hacerlo bien. Cuando se asume con naturalidad que el error forma parte del proceso de aprendizaje, aprendemos a tomar decisiones con determinación.

5. Vamos a reflexionar. Comencemos a hacer preguntas, las preguntas invitan a la reflexión, a la introspección. Enseñemos a formular preguntas abiertas conseguir que nuestros alumnos sean más reflexivos y capaces de expresar sus preocupaciones y sus inquietudes.

6. Simulaciones. Hagamos simulaciones sobre posibles conflictos que pueden suceder y veamos cómo se desenvuelven en la resolución de los mismos. Observemos cómo piensan, cómo actúan y, lo más importante, trabajemos la empatía. Ponerse en el lugar de los demás hará que amplíen lamente y tengan varias perspectivas de una misma situación.

7. La vida es cambio. Todo es un proceso de transformación continuo, en el aula debemos enseñar a aceptar este e incentivar un pensamiento crítico que permita visualizar las nuevas oportunidades que nos brinda este proceso de cambio. La autonomía y la autorregulación emocional juegan un papel clave a la hora de abrir lamente y ver las posibilidades que se nos presentan.

"La vida te da las cartas, no puedes cambiarlas, pero tú decides cómo jugarlas." Emilio Duró.

Utiliza nuestro Buscador Inteligente
© 2007 - 2024 Tus clases particulares Mapa web: Profesores particulares| Academias y centros