¿Sabe tu hijo leer y escribir? Educación Secundaria Obligatoria.

No es nada infrecuente encontrarse con alumnos, que están a punto de recibir el grado que les da paso a los estudios de Bachillerato, que apenas saben redactar una oración simple. Comprender una noticia, leer una tribuna en un periódico, entender un editorial, terminar una novela, leer un cuento, no perder la atención en un teatro, se pueden convertir en una fuente de angustia y, más corrientemente, de indiferencia. Lo cierto es que es posible pasar la secundaria sin necesidad de poseer las destrezas básicas con las que se consigue la ciudadanía: algunas nociones lógico-matemáticas y la propia alfabetización. Muchos de los chicos de los que se ocupa la educación privada a domicilio tienen este tipo de problemas. Apenas son capaces de mantener la atención en un texto, por lo que es imposible que comprendan su sentido. Cada vez más, nuestro entorno cultural está virando hacia el contenido audiovisual y parece los estudios humanísiticos están siendo superados, incluso en prestigio, por cosas como el marketin, los recursos humanos y los recursos digitales.

A medida que otros lenguajes ganan terreno a la lengua escrita, el mundo de nuestros estudiantes se va estrechando cada vez más. Nada hay de malo en ello: algunos de los chicos y chicas que salen de la secundaria son, prácticamente, analfabetos. No es culpa de los profesores o de los centros o de los libros de texto. Las causas son múltiples; lo que realmente importan son las soluciones. Si por las lecturas que marca el Ministerio, los chicos abjuran de la lectura, habrá que cambiar esas lecturas para que leer se convierta en algo amable. El realto policial y la ciencia ficción puede enganchar a algunos alumnos. Marta Sanz para ellas, para ellos Ray Bradbury. Memorias de una geisha no supone ninguna dificultad; se puede continuar con Un mundo para Julius o La naranja mecánica (según el temperamento). Un cuento de Chejov puede servir de introducción a una novela de Dostoievski (Los hermanos Karamazov). El diario es un género muy asumible que puede lanzar a lecturas más complejas: de La metamorfosis a El proceso.

Una vez que las lecturas primeras son hechas, asumidas y puestas en valor, a través de la repetición de la misma acción, la lectura se convierte en un hábito. Todo aquel que pretenda realizar estudios superiores debería tener, al menos, el mínimo amor propio como para que su hábito estuviera en proceso de formación. El camino del conicimiento no es seguro, su suelo no es my firme y el error no deja de aparecer, siempre molestando a la verdad, perfeccionándola. No obstante, errar no es, en sí, nada malo: el que yerra es porque hace. Los estudiantes están haciendo muchas cosas pero, en realidad, no hacen nada. Desaventurados aquellos que nunca se equivocan. A quien corresponda: no se permita una juventud sin sueños desmesurados, es decir, que no haya jóvenes sin lectura.

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