Las ventajas de impartir clases particulares, sean clases presenciales o clases online

Hace años empecé a dar clases particulares; estaba estudiando la carrera y quería ganar algo de dinero, pero sin que me interfiriese en mis estudios. Al estar estudiando una ingeniería ya iba agobiada de por si, así que tenía que ser un trabajo de pocas horas, y que se adaptase perfectamente a mi horario de la universidad.

Buscando que opciones tenía, me decanté por impartir clases particulares: podía escoger yo cuantas horas quería trabajar, donde, y a que precio cobrarlas. Al estar estudiando una ingeniería no dudé en enseñar materias de ámbito científico, ya que llevaba el temario fresco y, por encima de todo, me gustaban. Empecé con 3 alumnos, los cuales ya tienen edad para haber acabado ellos su carrera.

Con el paso del tiempo fui ampliando las horas que daba de clases, me encantaba enseñar a alumnos a apreciar las matemáticas y la física, asignaturas normalmente odiadas. A medida que sus notas mejoraban, su amor por ellas iba creciendo, y era muy gratificante para mi. Dando clase a más alumnos, empecé a ganar lo suficiente como para hacerme autónoma, y así se convirtió en mi trabajo actual. Durante la pandemia pude continuar con las clases, pero esta vez por videollamada, con clases online.

¡Empieza a dar clases!

A día de doy, ya con mi carrera y máster acabados, impartir clases particulares sigue siendo mi trabajo. Ahora tengo muchísimos más alumnos que antes; lo que empezó como un pequeño pasatiempo se ha convertido en mi trabajo oficial: un trabajo muy gratificante que me permite escoger las horas que le dedico y el horario que hago.

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