La vida es una aventura ¡aprende idiomas y lánzate!

Desde que diera mi primera clase de idiomas allá por el 2001 ha llovido mucho...

Dí mis primeros pasos en la enseñanza con el fin de ganar un dinerito extra mientras estudiaba la diplomatura de Turismo. En ningún momento pensé que me dedicaría a esto 20 años después. Lo cierto es que a lo largo de este período he aprendido mucho. Con 21 años, cursando aún la carrera, decidí embarcarme en un avión con destino Inglaterra para trabajar en un hotel y aprender el inglés de primera mano. Si bien ya lo había estudiado en el cole desde los 6 años, no era capaz de hablarlo fluidamente.

Dos años después llegaron a mí Janette y Peter, mi primera pareja mayor de 65 años interesados en aprender español para poder relacionarse mejor en Lanzarote donde tenían su segunda residencia. Eran, y son, dos escoceses majísimos, abiertos a aprender pese a la dificultad que entrañaba. Fueron dos meses muy agradables.

En los años siguientes tuve alumnos ocasionales de inglés y español, en Bélgica y en España, a niños desde 11 años, adolescentes y adultos, pero aún no era mi trabajo principal, no era profesora profesional ni estaba en mis planes de futuro.

Sin embargo, en 2014 llegó mi oportunidad. Una amiga que vivía en Perú me invitó a pasar una temporada con ella y me puso en contacto con la academia del pueblo, ILC Chachapoyas, en la Amazonía. Para mí fueron 9 meses inolvidables donde me dí cuenta de lo bonito que era trabajar en equipo, y fue ahí cuándo empecé a plantearme la enseñanza como profesión. Entendí sobre la estructura y organización del centro así como la parte más didáctica, metodología de las clases, la dificultad de dar clases a grupos con dudosa o poca motivación y lo enriquecedor que es cuando el alumno responde y se entusiasma.

Desde entonces he trabajado como profe particular a tiempo completo, con alguna pausa en medio. Después vino la India, de la mano de la Fundación Vicente Ferrer donde dí inglés y soft skills. Otra de las mejores experiencias de mi vida.

En conclusión, lo que he aprendido de todo ello es lo siguiente:

1) Aprender/enseñar un idioma no es más que la excusa para conocer a personas bellas de distintas nacionalidades que te demuestran que todos somos uno, todos pertenecemos a la misma especie, la HUMANA, y no debemos olvidarlo.

2) Hablar mejor o peor un idioma no es lo más importante realmente (a menos que quieras aprenderlo por motivos laborales en cuyo caso sí debes ser más riguroso). Las cosas esenciales son invisibles a los ojos y al lenguaje verbal.

¡¡Hablemos desde el corazón y revolucionemos el mundo!!

Bienvenidos a la aventura de los idiomas...

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