La época de estudiante es un periodo fantástico para dedicar unas horas a la semana a un trabajo que poder compaginar con los estudios, y mucho más si son clases particulares. Así ha sido para mí, que comencé a hacerlo hace 10 años, y desde entonces me ha aportado multitud de ventajas que hoy en día agradezco enormamente.
Empieza a dar clases particulares
No solo va a suponer una fuente de ingresos con la cual puedes aumentar tu capacidad de ahorro, reinvertir en tu formación, o incluso ayudar a tu familia, si no que puede suponer un afianzamiento de conocimientos base, fundamentales para construir sobre ellos.
No en vano, el profesor Richard Feynman, en su afamado método, expresa que puede suponer una ventaja mayúscula para afianzar conceptos abstractos el describirlos como si se los estuvieras explicando a alguien que no conoce nada acerca de dicho concepto. Ahí es donde el ser profesor particular siendo estudiante juega un papel muy ventajoso en la formación de un alumno, puesto que no solo lo ayudas a que atienda tu clase, si no que a ti mismo o misma también.
Siendo estudiante, además, no solo tienes el tiempo necesario y la ausencia de responsabilidades, circunstancias que más adelante, con los años muy probablemente no tengas a tu disposición, si no que además compartes con el alumno tu reciente experiencia viviendo las clases desde una perspectiva idéntica a la suya.
Esto te va a permitir identificar mucho más fácilmente las técnicas de enseñanza adecuadas, y vas a saber identificar de forma mucho más sencilla las señales que te dicten que tu metodología de enseñanza no está siendo la correcta. En definitiva ser un mejor profesor.
Por todos estos motivos, las clases particulares son un trabajo idóneo para estudiantes, y es muy beneficioso que aprovechen sus años como alumnos para compaginar con clases particulares y ayudar a otros alumnos a formarse mejor.
