Características del Romanticismo: de la libertad individual a la naturaleza misteriosa

El Romanticismo, un movimiento cultural que se gestó en Alemania e Inglaterra a finales del siglo XVIII, marcó el fin del orden clásico y la instauración de la democracia. En este artículo, como profesor de español, exploraré los elementos clave de este fascinante periodo, desde su llegada tardía a España hasta sus dos corrientes distintas: el romanticismo tradicional y el liberal.

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El Romanticismo en España: un retraso y un despertar

Aunque el Romanticismo llegó más tarde a España, su impacto fue innegable, especialmente después de la muerte de Fernando VII en 1834. La prensa y la influencia de los afrancesados, de hecho, fueron los catalizadores de esta corriente que transformó la forma en que los españoles veían su sociedad y cultura.

Dos corrientes, una pasión: tradicionalismo vs. liberalismo

El Romanticismo, sobre todo el español, se divide en dos corrientes: el tradicionalismo, encabezado por figuras como Duque de Rivas y José Zorrilla, que buscaba recuperar los valores cristianos y caballerescos de la Edad Media, y el liberalismo, defendido por autores como Mariano José de Larra y José de Espronceda, que abrazaba ideas de progreso y revolución.

Rasgos del Romanticismo: explorando lo irracional y lo subjetivo

El Romanticismo se caracteriza por su rechazo al racionalismo, valorando, por un lado, lo no racional, lo sobrenatural y lo misterioso, y resaltando, por otro, la subjetividad y la afirmación del yo frente a los demás. En la Canción del pirata de José de Espronceda, por ejemplo, el tema principal es la libertad y la independencia del pirata que aparece como un hombre rebelde, valiente y atrevido que vive en su navío, al margen de las normas sociales.

Temas centrales: amor, naturaleza y libertad

Un tema recurrente en el Romanticismo es el amor, a menudo presentado como un sentimiento no correspondido o irrealizable. Además, se da mucha importancia a la naturaleza que se identifica con los estados de ánimo humanos, y que suele representarse con ambientes nocturnos, sepulcrales y tormentas. Último tema central de este movimiento cultural es la libertad que, exaltada como un derecho humano, se simboliza a través de personajes marginales como mendigos y piratas.

Más allá de la imposición clásica: Mimesis y Naturphilosophie

Los románticos desafiaron la mimesis clásica, creyendo que el arte no es simplemente imitación, sino expresión de la emoción y la intimidad. Al mismo tiempo, la Naturphilosophie, o filosofía de la naturaleza, considera el universo como un ser orgánico y en evolución, buscando la armonía perdida a través de la conexión con la naturaleza.

Analogías y Correspondencias: La búsqueda del absoluto

El Romanticismo adopta el concepto de analogía, destacando la semejanza entre cosas de planos de realidades diferentes. En obras como Correspondances del francés Charles Pierre Baudelaire, por ejemplo, se explora cómo la naturaleza se comunica a través de símbolos, y como solo el poeta puede reconocerlos y restablecer las relaciones entre el mundo material y espiritual.

Del locus amoenus a la naturaleza bruta: cambio en la perspectiva romántica

Durante el Romanticismo hay un cambio de consideración acerca de la naturaleza. Mientras que el locus amoenus clásico representa la seguridad y la tranquilidad, el Romanticismo prefiere la naturaleza bruta. Esta, a menudo representada por cementerios, selvas obscuras y tormentas, suele adaptarse, de hecho, más al modelo de locus horridus.

El Espejo y la Lámpara: La Transformación Romántica de la Creación Literaria

La obra literaria, según el Romanticismo y según M. H. Abrams, autor cuya obra literaria encabeza el título de este último párrafo, es tanto un espejo de la naturaleza como una lámpara que ilumina la oscuridad circundante con luz propia. Este cambio decisivo en la percepción de la creación artística destaca la imaginación como fuerza motriz y la consideración de la obra literaria como producto de la expresión del genio creador.

En resumidas cuentas, podemos concluir que al sumergirnos en los matices del Romanticismo, descubrimos un movimiento que no solo transformó la forma en que la sociedad concebía el arte, sino que también dejó una marca indeleble en la expresión individual y la conexión con la naturaleza.

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