La felicidad es el goce subjetivo de la vida, por ende al decidir es el primer paso para aceptarla y la constancia es el camino para volverla un hábito; el hábito de ser feliz. Las clases de baile o de danza permiten a cada momento realizar acciones que conlleven al disfrute y el interactuar con el otro nos permite multiplicar los momentos de alegría conllevando a tener una felicidad colectiva.
El goce de los pequeños momentos nos permiten recordar el sentido positivo de la vida y nos enfocan a luchar por las metas que tenemos y que nos generan bienestar, realizar actividades de disfrute puede influir muchísimo en esa calidad de vida que siempre estamos buscando en momentos costosos y que involucran mucho tiempo, como: viajes, comidad costosas, o compras que afectan nuestra economía; sin embargo el disfrute está en esos espacios donde puedo ser yo mismo y ayudo a los demás a encontrar su felicidad subjetiva.
Al aprender a bailar no solo estas disfrutando el momento, también estas contribuyendo a mejorar tu estado de ánimo en otros lugares y en otras personas. Es ahí cuando la felicidad pasa de ser inconscientemente en un espectro individual y se vuelve grupal.
De esta manera, una clase de baile logra favorecer tu vida, la misa y la nuestra. Luchar por buscar la felicidad a veces se vuelve agotador pero a veces necesitamos tomar pequeñas decisiones y dedicar tu tiempo a actividades que pueden generar más placer de lo que menos te imaginas.
El consejo sería entonces que bailes y disfrutes de esos pequeños momentos que indirectamente o muy directamente pueden estar haciendo que en tu vida se logre ese goce subjetivo que nos permite en conclusión llegar a la felicidad.