Curar puede significar que los síntomas desaparezcan. Esto podría ser un primer nivel. Desgraciadamente la mayor parte de las intervenciones se centran en este nivel, en un mundo en el que no hay tiempo (ni ganas, a veces) para hacerse preguntas. Que el malestar desaparezca, algunas veces a toda costa (a toda costa significa que a mayor forzamiento para el aprendizaje mayor es la desaparición de la personalidad del niño o la niña).
Si avanzamos, una cura también podría conllevar un agradecimiento, esto ya introduce el componente humano. Es lo que comprobamos cuando intervienen los que llamamos buenos profesionales, que además de realizar su labor se encargan de que el respeto por el usuario sea máximo, y que la mejora no sea a costa de mutilar la espontaneidad del niño.
Podríamos llevar el razonamiento aún más lejos, y hablar de un agradecimiento de por vida, cuando una intervención terapéutica o educativa posibilita una forma nueva y propia de vivir. Esta intervención trasciende lo que entendemos por cura, incluso se salta las etiquetas, para centrarse en la escucha de lo más propio que tiene cada ser humano, y poder elaborar una terapéutica a partir de lo que la propia persona va descubriendo e incorporando a su vida.
Como primer post os dejo un extracto de mi intervención para el vídeo del voluntariado de la asociación AISE (para la inclusión educativa de sujetos del espectro autista). Espero que os guste.
https://www.youtube.com/watch?v=8uW2Q4GQMOI
