Desde que vino la COVID a cambiarnos los hábitos de vida, descubrimos una nueva manera de trabajar que para algunos era ya bien conocida, pero para otros (como me pasó a mi) era una gran desconocida.
Cuando llegó el momento de renovarse o morir, porque en mi caso como profesora particular, mi fuente de beneficios evidentemente es dar las clases si o si, me tuve que plantear la modalidad online para poder seguir trabajando durante la pandemia. Y la verdad, que contra todo pronóstico es una forma de trabajar que me encanta. Fuimos aprendiendo tanto alumnos como profesores para adaptarnos a esta modalidad y hemos ido aprendiendo de nuestros propios errores.
Ahora que pasó todo, sigue usandose la modalidad online en muchos casos, bien por comodidad de los padres para no tener que desplazar a los hijos, bien porque eres de otro lugar de residencia, pero la verdad que cuando le coges el truco, el funcionamiento es completamente el mismo.
Yo estoy muy conforme con este sistema, me resulta comodisimo poder mandar todo el material de manera digital, por lo que el gasto de papel y tinta de impresora al planeta le beneficia. Además, el uso digital me sigue dando la posibilidad de tener pizarra y compartir documentos e incluso paginas web. El alumno desde casa no siente gran diferencia en el sistema de dar la clase, lo que si puede ser es un poco más complicado el tema de la concentración, es cierto que depende mucho más de él, pero eso también les sirve para madurar y ayudarlos a ser capaces de concentrarse hasta cuando no tienen ganas o entretenimientos alrededor.
Por lo tanto, yo estoy de acuerdo con seguir con esta metodologia porque además nos abre campo de negocio, ya que de la forma online no solo te tienes que regir a alumnos que vivan en tu misma ciudad, sino que puedes dar clases a cualquier parte del país.