Quizás puedan pensar que aquellas personas que están hechas para enseñar son solo aquellas que han nacido desde un principio con la vocación para ello, pero os puedo decir que eso no es así.
Yo desde pequeña he tenido muchos sueños, siempre soñando con lo que posiblemente sería de mayor... Veterinaria, cantante, bailarina... tenía en mente todo tipo de profesiones. Pero con el paso del tiempo, conforme fui creciendo, mi vida y mi destino fueron tomando caminos y decisiones con las que decidiría el fin de mi trayecto, aquel objetivo al cual quería llegar.
Tomé la decisión de escoger Economía en el instituto porque pienso que las personas tienen poco conocimiento de esto y que resulta bastante útil para la vida. En un principio pensé que yo no estaría hecha para eso, pero tuve la suerte de tener a un profesor maravilloso.
Cuando hablo de profesores maravillos me refiero a aquellos que cuando enseñan muestran su ilusión por lo que enseñan, su pasión y sus ganas, sentimientos que trasmiten. Yo siempre he pensado que esta actitud es esencial porque según la posición que tome el profesor, los alumnos seguirán un camino u otro, por lo que siempre hay que saber hacer llegar el mensaje de la mejor forma posible.
Decidí estudiar, entonces, la carrera de Economía (porqué me enamore de la asignatura y del mundo que la rodea) y a lo largo de esta iba ofreciendo explicaciones, apuntes y ayuda a muchos de mis compañeros. Me dí cuenta que siempre he estado ofreciendo estas cosas y que nunca me ha costado ningun esfuerzo, porque realmente me apasiona, y esa pasión la empezaron a ver mis compañeros.
Igual no nací con la vocación, pero nací con la virtud de saber ayudar y poder ofrecer a todas las personas explicaciones diferentes con las que poder entendernos todos. Supe entonces, que lo que yo quería en esta vida es trasmitir todos mis conocimientos a los demás, y no solo eso, sino que también pudiera llegar de tal manera a algunos que decidieran también tomar el camino de estudiar esta maravillosa asignatura.
