Pocos son los momentos cuando no nos quejamos de los eternos problemas con el inglés: mi nivel no es más de un B1, necesito mejorar mi comunicación oral, o tengo que aprobar un APTIS el mes que viene.
Empieza a dar clases particulares
Estamos inmersos en prisas, llenos de dudas, y, encima, nos da mucha vergüenza en hablar. Además, nuestro jefe nos exige casi diariamente que haya que mejorar el nivel del inglés, porque es de moda, o que el jefe de su jefe lo desee, etc. No menciono lo de las clases del cole: el profe da cosas raras en los exámenes, que ni siquiera haya explicado previamente, en clase, el alumno tiene corte en hacer preguntas, por el mero miedo de oír lo de siempre: porque lo digo yo.
Problemas, problemas y otra vez problemas. En todos los ámbitos de la sociedad, nos encontramos con las propias frustraciones de no hacer las cosas bien con el inglés. Se ha visto porque y también se va a demostrar, a continuación. Ahora, bien, cualquier inconveniente tiene una solución, en nuestro caso, una opción de efecto sería sanear y construir correctamente las bases de un buen aprendizaje a base de una enseñanza sin fallos.
Hay que saber aprender inglés
Como ya lo he especificado en varias ocasiones, antes de todo, hay que saber aprender. Pero esto se realiza solo sabiendo enseñar con criterio, ser un ejemplo todos los días, en lugar de culpar al alumno y cargarlo con deberes colosales, regañarle cada semana o amenazarle con castigos, robotizarle, en una palabra.
Analizar al educador
En muchos de los casos, hay que analizar al educador, al que no es otra cosa que otro alumno con diploma. Actualmente, pocos tienen el don de enseñar adecuadamente. La gran mayoría es parte de un sistema que funciona a base de libros, programas escolares, planes, fiestas, clases dadas solo por decir que uno enseña y el otro aprende y, sobre todo, a base de la típica actitud de tipo yo mando y tú ejecutas, mi lugar está aquí y el tuyo, allí.
En múltiples ocasiones, el profesor se convierte en un factor de estrés adicional para el estudiante. No le importa demasiado porque vive bajo el confort de saber que se ha metido en un trabajo continuo y se relaja, no progresa, no aprende. Ocasionalmente, participa en reuniones escolares o se saca algún máster, pero por aburrimiento o porque su jefe se lo pide. No lo mismo pasa en los países punteros en la enseñanza, como Finlandia o Corea de Sur, donde es obligatorio que los profesores pasen unos exámenes muy severos anualmente. ¿Podría esto ser posible en España?
La importancia del binomio aprendizaje-enseñanza
El binomio aprendizaje-enseñanza se basa en dos aspectos muy importantes: el placer por trasmitir y recibir el conocimiento y la habilidad de ser creativo y profesional. Se sabe, por ejemplo, que los verbos modales no son muy populares. ¿Qué específicamente provoca esto? El hecho de que tienen muchos casos, reglas o excepciones? Lo mismo le ocurre a los tiempos narrativos, pero el estudiante consigue, de alguna manera comprenderlos. Entonces, creo yo, el profesor no explica o insiste de manera clara y útil en el proceso de enseñanza, porque, a lo mejor no tiene paciencia o se resume en comprimir las lecciones, por falta de tiempo u órdenes del mismo sistema.
Además, este tipo de contenido (y no solo este) tiene que ser transferido/transferible de una manera muy original, a través de videos, ejemplos escritos, casos explicados uno por uno, y no todo de golpe, porque así especifica el programa escolar.
El alumno debe de practicar el mismo los ejercicios, y no en casa. Lo puede hacer de manera individual, en grupos, como juego, competición, etc. Lo que se entiende, lo que se asimila tiene que ocurrir en la clase. Es vital que los estudiantes se sientan partícipes, comprendidos y comprensibles. De esta forma visto, el contenido gramatical no es el problema, sino el modo de trabajar del educador.
En una lección de gramática, se puede perfectamente practicar con el listening, reading, speaking, sin necesidad real de emplear todas las destrezas de forma individual. Una clase impartida con alma, preparación de conocimiento, materiales y originalidad es el equivalente a un examen y se convierte fácilmente en un producto completo. Hay más, el joven alumno tiene tiempo libre, para vivir la vida como un ser humano, no como un esclavo de un sistema educativo encerrado y mandatorio. Una lógica natural requiere formar gente de calidad, no alumnos con títulos, pero llenos de carencias, los que llegan desempleados o sirven gratuitamente en empresas que se aprovechan de ellos. Y no por su culpa…
Sistemas educacionales Waldorf o Montessori
Hoy día se habla mucho de los sistemas educacionales Waldorf o Montessori, no convencionales, claramente, caros y muy diferentes con respecto a lo que conocemos como sistema público, concertado, semi-concertado o privado.
¿Por qué son estos modelos educativos tan eficientes? Pues porque ellos romper, precisamente, los moldes clásicos. Son formadores de formadores, Se basan en construir una mentalidad sana, en priorizar la creatividad, no la memorización empírica de tipo drink, drank, drunk (leído literalmente así), en permitir al individuo aprender de manera libre. Ser su propio profesor, progresar y autoformarse.
Eliminar el dúo alumno-profesor y reemplazarlo por alumno-confidente/monitor sería lo ideal. En esta ecuación, el educador Waldorf o Montessori posee una formación especial que la aplica perfectamente bien. ¿Por qué no podría esto ocurrir en un sistema público? Silenzio stampa…
Estoy convencido de que los maestros somos capaces de ser todos formadores excepcionales si queremos esto y si nos lo tomamos en serio. Más allá de los límites impuestos por la dificultad de vivir dentro de un organismo social, que nos impone el sufrimiento de la subsistencia, o de nuestros miedos que en muchas ocasiones nos hace renunciar/abandonar nuestras metas (síndrome de Houdini), tenemos en nuestras manos el compromiso con nuestra misión de los que ofrecemos, somos y soñamos.
Dream big and go for it!
Ovidiu Constantin Cornila, profesor doctorando en la Universidad Complutense de Madrid
12/03/2024, Fuenlabrada
