Un estudio reciente revela que uno de cada tres alumnos repite curso antes de terminar la ESO. Unas cifras alarmantes en el caso de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla seguida de la comunidad cutónoma de Andalucía.
En España, la tendencia general a repetir curso escolar comienza en la Secundaria. Precisamente es en primero de ESO cuando comienza la “tasa de idoneidad” (ajuste y equilibrio entre el nivel cognitivo-madurez del alumno y nivel curricular) cuando se rompe al impedir el progreso armónico entre nivel cognitivo-madurez del alumnado y nivel curricular.
Las estadísticas reflejan que es partir de los 12 años cuando progresivamente se incrementa el número de alumnos repetidores: 2 de cada 10 alumnos antes de cumplir los 12 años, 4 de cada 10 alumnos al cumplir los 14 años y 5 de cada 10 alumnos durante los 15-16 años.
Si se analiza con más detalle el perfil del “repetidor/a”, éste/ésta corresponde generalmente con el de “inmigrante”. Los “inmigrantes” son mayoritariamente el grueso de repetidores en parte por la matrícula forzosa en cursos inferiores para garantizar un perfecto conocimiento del idioma y asegurar una correcta adaptación al sistema educativo español tras años escolarizados en un sistema educativo extranjero.
La interpretación general de los datos permite concluir que España es el segundo país europeo con más repetidores tras Bélgica. En la cola de tasas de repetidores en el mundo están las cifras de Japón y Reino Unido donde apenas hay repetidores.
La interpretación pedagógica sobre la utilidad de repetir curso se califica o define como “Ineficaz”: un/a alumno/a repetidor/a arrastra un mal expediente ya en primaria y hacerlo repetir no es más que aplicar un mal irremediable.
La repetición es contraria a la “recuperación” pedagógica del alumno/a pues rechaza las alternativas de: adaptaciones curriculares, evaluación continua o realización de diferentes pruebas educativas…
Repetir es condenar al fracaso al alumno afectado y privarle de la opción de autosuperarse o “engancharse” al ritmo de la clase mediante la asistencia a “Programas de Refuerzo-Orientación y Apoyo” (PROA) que mejoran el sistema educativo.
Esos alumnos repetidores acaban cayendo en la desmotivación exacerbada y aumentando los porcentajes de abandono escolar temprano traducido en el futuro extraacadémico en dificultades para conseguir un empleo de calidad o ser víctimas de exclusión social.