En este artículo se va a hablar de Matemáticas. Si hay gente impresionable, por favor, que no siga leyendo.
Cuando conoces a una chica en una discoteca o en un pub, y después de sintonizar unos minutos ella te pregunta en qué trabajas, como uno piensa que su trabajo es especial, le dices que enseñas Matemáticas.
A partir de entonces la chica puede reaccionar de tres formas: a) simula una llamada urgente en el móvil y se marcha, b) intenta bruscamente cambiar de tema, o, c) te dice que las Matemáticas no se le daban bien pero no por culpa suya sino por que el profesor era horrible.
Tu novia y tu madre no cuentan. Saben que haces algo raro pero no exactamente qué.
Si, a pesar de eso, sigue la conversación, surgirá probablemente la pregunta de “¿para qué sirven las Matemáticas?”. Lo que en realidad te está preguntando es “¿por qué tuve yo que estudiar ese rollazo (por no decir algo peor) que no volví a usar nunca?”.
Ante esto hay tres actitudes. 1) Ataque. Decir que la pregunta no tiene sentido y que las Matemáticas tienen un fin en sí mismo, con una lógica propia, y que para qué sirve la poesía o la música.
2) Defensa. Preguntan de forma paternalista “¿no te das cuenta, tesoro, que las Matemáticas están en todas partes?”. Y se suele acabar haciendo referencias a los ordenadores o a los edificios. A veces hasta a las tarjetas de crédito. Si no es por las Matemáticas no se podrían fabricar ordenadores o la casa se te cae.
3) El que escribe se incluye en este grupo. Debemos de ir más lejos y considerar las cosas con perspectiva. No busques culpables. Tus profesores de Matemáticas también tuvieron que sufrir lo mismo que sufriste tú. Y puede que de una forma mucho más severa.
Quizás el principal mérito de las Mates es que son eternas. Donde se junten un buen seno y un buen coseno la Trigonometría funciona a tope. Y los descubrimientos matemáticos y físicos de Galileo son verdad aunque hace mucho que ese buen hombre no está con nosotros.
Y sí que hemos vuelto a usar las Matemáticas después del colegio, aunque no hayamos estado sumando fracciones todos los días. Todos nos sabemos de memoria alguna lista de números sobre algo. El plano de la casa donde vivimos se ajusta a leyes geométricas. Usamos números de teléfono a diario. Cuando bajamos las escaleras todos los días no hay seguridad de que no nos caigamos, pero sabemos que lo más probable es que no ocurra. Cuando conducimos un coche sabemos que lo más probable es que no tengamos un accidente. Geometría, Álgebra y Probabilidad nos acompañan aunque no nos demos cuenta.
Si no nos gusta el brócoli nos lo intentan presentar en una pizza. Si no somos amantes de la fruta podemos hacer una macedonia.
Y a las Matemáticas les ocurre como a cualquier comida. Si sabemos que hemos de tomarla aunque no nos guste mucho, haremos bien en mejorar su presentación.
