Sobre la enseñanza de la armonía, el análisis y la composición en las enseñanzas profesionales.

Quería compartir con vosotros una reflexión y un problema que surge habitualmente en las enseñanzas profesionales de los conservatorios de música. Por norma general, el alumnado termina sus estudios profesionales, incluso superiores sin haber adquirido la capacidad de comprender cómo funciona la armonía y cómo puedo usarla para poder improvisar.

Este es un tema que, en mi experiencia, muchos alumnos subrayan al estar cursando sus primeras clases de armonía y no entender porqué funciona así. Lo preocupante es que, al terminar el curso, en muchas ocasiones el alumno tiene la sensación de haber pasado por una lista de normas y reglas muy alejadas de la música que interpretan o escuchan. ¿Es esto productivo para el desarrollo del pensamiento abstracto? ¿Es necesario para el desarrollo de la capacidad memorística?

La respuesta, a día de hoy, es bastante clara. El pensamiento abstracto es mucho más sostenible si se fundamenta en unos sólidos pilares empíricos sobre los que construir el conocimiento.

La mayoría de los alumnos a los que he tenido el placer de dar clase se les abrió un mundo cuando les expliqué que el cifrado barroco tiene un sentido. Que una sexta napolitana se denomina “sexta” por su inversión, y que su inversión (6) significa que su tónica se encuentra una sexta por encima de la nota del bajo. Cuando se ponen ejemplos de esa herramienta en piezas conocidas, el alumno ve que él también puede usarlo, que no es algo exclusivamente reservado para unos pocos elegidos.

Algo que, una vez entendido, resulta tan sencillo, supone una serie dificultad cuando sólo se aprende de manera memorística y no se enlaza con la realidad.

En mi opinión, todo concepto teórico debe pasar por la práctica instrumental, por el "juego" al fin y al cabo.

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