• ¿Todos los músicos pueden improvisar?

¿Todos los músicos pueden improvisar?

La improvisación es para muchos músicos académicos una habilidad que genera incógnitas acerca de su aprendizaje o su dominio. Es común encontrar improvisadores fuera de la educación académica, ya que muchos parten de una enseñanza autodidacta donde la improvisación ha constituido una base lingüística para su formación como músico.

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Por el contrario, la educación dentro del ámbito académico no suele priorizar esta habilidad, pese a que durante siglos el acto de improvisar ha formado parte de la formación integral de un músico (Zabalza, 2008). Pero, ¿por qué consideramos importante la improvisación dentro de la educación de un músico? En palabras de Lorenzo y Olabarrieta (2008): Es una actividad (la improvisación) altamente integradora, y esta ya es razón suficiente para que pensemos que es una herramienta educativa de primer orden. La improvisación viene a completar una carencia bastante grande que existía en los estudios de música clásica, ya que muchos de los alumnos se limitaban a trabajar en la técnica y la interpretación. (p.16)

Esta carencia se refleja en una limitada habilidad para la creación musical y la integración de conceptos musicales para su aplicación durante el acto creativo. En contraposición con el sistema educativo tradicional de occidente, surgen nuevos métodos pedagógicos cuyo foco principal se fundamenta en el potencial de la experimentación, de la creatividad, y de su uso para conseguir un desarrollo más completo en el músico. En este trabajo nos gustaría centrarnos en un movimiento que surgió en Francia a mediados de los años 70 del pasado siglo, la llamada pedagogía de la creación musical.

Pedagogía de la creación musical

La pedagogía de la creación musical es un movimiento impulsado por autores como Françose Delalande, que arroja una nueva perspectiva dentro de la educación musical basándose en las características mencionadas anteriormente. El método propuesto por la PCM está enfocado hacia un desarrollo musical a través de la exploración del sonido, la expresión a través de la música y la construcción de un discurso sonoro (Alcázar, 2010). A través de modos de juego se trabajan distintas dimensiones musicales (sensorial, significativa y formal) logrando unas conductas en el músico relacionadas con el gusto por el sonido, la expresión a través de la música, y el interés por la construcción del discurso sonoro. Alcázar (2010) lo sintetizará como: “explorar-expresar-construir”.

Estos conceptos se basan en las tres ideas clave que propone Delalande (1976) en sus primeros textos pedagógicos, en los cuales afirma que los niños hacen espontáneamente música de ruidos para entender los fenómenos sonoros, que la música no es siempre ritmo y melodía, y que ser músico no depende de saber música.

Con estos conceptos se pretende que el alumno adquiera ciertas competencias. Las que aquí nos interesan están relacionadas con la capacidad para desarrollar, la capacidad para crear algo de la nada. La improvisación con el sonido puede ser un primer acercamiento de los alumnos a la música, adquiriendo así las competencias mencionadas por la PCM. La exploración del sonido en contraposición con una específica técnica instrumental consigue que este primer acercamiento sea intuitivo para toda clase de personas. Este método diverge de las ideas de una educación musical más tradicional, en la que la experimentación no suele ser una opción, pues no entra dentro de los planes para el desarrollo del alumno.

En palabras de Alcázar (2010): “Los métodos que planifican gradualmente el aprendizaje a través de la imitación de modelos (rítmicos, melódicos, armónicos, tímbricos, formales), pueden coartar y limitar prematuramente la potencialidad expresiva y perceptiva de los niños” (p.5). Asignaturas cuyo foco sea el aumento de la creatividad del alumno son muy raras de encontrar, sobre todo en los cursos más elementales, donde este desarrollo debería ser prioritario si tomamos como referencia la Teoría del Aprendizaje de Jean Piaget.

Método pedagógico tradicional

En un método pedagógico tradicional, el alumno aprende a seguir unas reglas para la correcta interpretación de una obra. Las materias que complementan este aspecto, tales como análisis y armonía, son de gran utilidad para que el músico lleve la interpretación a distintos niveles de profundidad. Pero tal como está estructurada esta educación, parece que la concepción de músico sea solamente la de interpretar una música concreta.

No es de extrañar entonces encontrar alumnos que han terminado su formación académica y son incapaces de crear una melodía coherente con su instrumento, de llevar su técnica instrumental a la creación de nuevas ideas musicales. La falta de experiencia a la hora de tocar sin una partitura delante, de crear algo sin reglas de por medio, puede generar desconfianza al no haberse desarrollado nunca esta capacidad. Olabarrieta (2008) afirma: “A la gente que toca tanto, le da mucho miedo “desnudarse”, ponerse a hacer algo sin un papel delante, y es muy importante dar confianza”.(p.16)

El mito de que solo un puñado de personas pueden crear es solo una consecuencia de este tipo de formación. Formación estructurada prioritariamente en el ámbito interpretativo, dejando fuera de lugar o no dándole tanta importancia al creativo. Es por ello que propuestas como las que sugiere la PCM nos parecen tan importantes y han de aplicarse desde los primeros años de la formación de un músico, tal como la propia PCM indica.

Concluyendo: Ampliación del lenguaje musical

Otro de los aspectos que nos gustaría destacar es la ampliación del lenguaje musical a través de algunas ideas basadas en las propuestas por Delalande. La experimentación y manipulación del sonido, la escucha de músicas contemporáneas y étnicas o la creación de sonido a través de la espontaneidad. Esto le ofrece al futuro improvisador herramientas que luego podrá aplicar en sus creaciones, en vez de limitar sus posibilidades con la concepción académica de una idea muy básica sobre lo que es la música. Es por tanto común que cuando se imparte improvisación en los conservatorios se suela enseñar a improvisar “a la manera de…”, sin ahondar demasiado en la libre improvisación o en estéticas musicales que no tengan que ver con el repertorio del alumno.

En mi propia experiencia puedo afirmar que aprendí a improvisar de forma ajena a la educación musical que me ofrecía el conservatorio. Este proceso autodidacta surgió en mí cuando sentí la impotencia de no poder tocar nada con mi instrumento si no era con una partitura delante. Surgió en mí la fascinación por aquellos músicos que, sin formación académica, podían coger su instrumento y empezar a tocar sin reglas fijas durante horas. La motivación por solventar este problema hizo que incorporase la improvisación dentro de mi estudio diario, llegando a abarcar prácticamente la mayor parte de ese tiempo. Creo fervientemente que a partir de entonces crecí exponencialmente como músico. A día de hoy la creación musical es algo tan natural en mí que me ha otorgado una gran facilidad a la hora de ejercer mi trabajo como compositor.

Referencias

Alcázar, A. (2010). La pedagogía de la creación musical, otro enfoque de la educación
musical. Una experiencia en la Escuela Universitaria de Magisterio de Cuenca.
Eufonía Didáctica de la Música, 49, 81-92.

Zabalza, J., Olabarrieta, J., Lorenzo, A., y Zabalza, T. (2008). La improvisación en la
enseñanza musical. Biribilka, 6, 16-19.

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