Siempre existe la tendencia a anclarse a lo que ya conocemos de antes. A mí también me sucede; sigo siendo una amante del papel, de tocar los libros, de recopilar apuntes, de archivar... Sin embargo, he comprobado, no ya como alumna, sino también como profesora, que la utilización del soporte digital es mucho más cómodo y eficaz. Día tras día observo que los libros de texto se quedan cortos en la colección de ejercicios e, incluso, en explicaciones prácticas. Algunos, además, se caracterizan por tener mucha literatura y fotografías, pero resultan insuficientes para llegar al alumno.
Un aprendizaje científico requiere mucha práctica para ir acostumbrando al cerebro a ver el despliegue matemático a golpe de vista. Un ejemplo matemático sencillo para explicarlo sería presentar un binomio, x2(cuadrado)-25. La diferencia entre tener la cabeza entrenada y el saberse sólo la teoría radica en que, en el primer caso, veremos automáticamente que ese binomio es igual a (x-5)(x+5), y en el segundo caso no veremos más allá de lo méramente escrito.
Internet es una herramienta que resulta muy útil para consultar y obtener todo tipo de material añadido, así como un sinfín de ejercicios extras con sus respectivas soluciones o diapositivas con explicaciones interactivas y resumenes que hacen comprender mejor los conceptos.
Otra ventaja de este tipo de fuente de información es que al estar en formato digital se puede trabajar con ella desde una tablet o un portátil, ahorrando papel y espacio. Personalmente, me resulta de lo más cómodo moverme de alumno en alumno con la tablet, en la que tengo carpetas organizadas por temarios y cursos, cuyas listas de almacenamiento voy aumentando a medida que exploro en busca de ficheros y PDFs, y me maravillo de lo fácil es hoy en día ampliar conocimientos.
