Impartir clases particulares de cualquier materia no es empresa fácil. Además de poseer los conocimientos necesarios sobre dicha materia, se debe escuchar con mucha atención al alumn@ y observar finamente cuáles son sus intereses y de qué manera se va acercando a ellos. Si la materia a impartir es la música, sobra decir que debes escuchar técnicamente también para corregir afinaciones, pero ese es otro tema.
Empieza a dar clases particulares
Lo que quiero poner de manifiesto con la importancia de la escucha a los alumn@s es la necesidad de profundizar como profesores entre el equilibrio sobre los conocimientos que nos gustaría trasladar y lo que nuestros estudiantes están preparados para asimilar en cada etapa, y sobre todo, en esta época, donde la sociedad que estamos construyendo está firmemente arropada por la inmediatez y la consecuente falta de profundidad o análisis.
Todo esto, que conlleva una crítica evidente, también nos ofrece una oportunidad de crear nuevos lenguajes y seguir generando la capacidad de asombro en nuestros pupilos. Y, todo esto, sólo es posible abordarlo con la individualización de los materiales, adaptando estos a los gustos propios de cada alumn@ (gracias a esa escucha atenta de la que hablaba antes).
Siempre han estado presentes en nuestra educación musical los maravillosos ejercicios técnicos que haciendo las delicias de varias generaciones, siguen funcionando desde tiempos inmemoriales. Esto, seguramente sea así, pero olvidamos que alguien empezó a hacerlos por primera vez, desterrando otros que consideró que eran menos interesantes.
Por lo tanto, deberíamos seguir preguntándonos cuántos ejercicios o adaptaciones de canciones o temas, o versiones reducidas de partituras están sin realizar y necesitad@s de creatividad por nuestra parte para que sirvan, aunque sea por un instante, de revulsivo para un sólo músico que quiera descubrir algo nuevo en la inmediatez.
Y, quizás, más tarde, sirva para muchos otros.
