Una de las cosas que he observado y que más me han llamado la atención a lo largo de los veinte años que llevo enseñando inglés es que la mayoría de las personas que se deciden a tomar clases quieren hacerlo en solitario, o sea, con un profesor particular.
¿Por qué esa tendencia a querer hacer clases particulares? Por una parte, es lógico pensar que si tenemos un profesor para nosotros solos podemos avanzar más rápido y vamos a sacar mucho más partido de las clases. Sin embargo, según mi experiencia, en la mayoría de casos es por vergüenza o “pánico escénico”, ese miedo a no saber expresarnos en un idioma que no es el nuestro delante de otros.
Esto ocurre a todos los niveles, incluso en los más avanzados. He tenido alumnos con la gramática súper controlada y un vocabulario bastante amplio que presentaban serias dificultades a la hora de mantener una conversación fluida. Resulta chocante, pero lo cierto es que una gran parte de aprender un idioma no tiene nada que ver con los conocimientos del mismo, sino con nuestros bloqueos internos como la falta de seguridad o confianza, y eso es precisamente lo que nos está impidiendo progresar.
No debemos olvidar que la principal razón por la que nos decidimos a aprender un idioma es para poder comunicarnos, no solamente con una persona, sino con varias.
Conclusión: para poder comunicarnos y expresarnos en inglés ante otras personas, no hay nada mejor que exponernos a practicar inglés con otras personas.
Tiene sentido, ¿verdad?
Formar parte de un grupo reducido (no más de 4 personas) a la hora de aprender idiomas resulta muy beneficioso en muchos aspectos. Vamos a ver algunos de ellos:
- Te vas a ahorrar un buen dinero. Las clases particulares son bastante más caras y con las clases en grupo puedes ahorrarte la mitad y además recibir más tiempo de clase.
- Ganarás mayor fluidez. Esto solo se consigue a base de práctica, y si siempre practicas con la misma persona, o sea, tu profesor particular, te acomodarás y tenderás a hablar siempre de la misma manera sin salir de tu zona de confort.
- Agudizarás el oído. Escuchar a personas con diferentes acentos (aunque sean de tu mismo país) te ayudará a la hora de enfrentarte a situaciones de la vida real.
- Ampliarás tu vocabulario. Cuando estudiamos por nuestra cuenta tendemos a utilizar siempre las mismas palabras y expresiones. Sin embargo, cuando trabajamos en grupo siempre podemos aprender palabras o expresiones que utilizan los demás y compartir las nuestras.
- Las clases son mucho más amenas. Es importante que el hacer clase no nos suponga un esfuerzo en cuanto a motivación. Las clases en grupos reducidos dan mucho juego a la hora de realizar actividades como debates y discusiones, y el hecho de sentirnos parte de un grupo nos aportará la confianza que necesitamos para lanzarnos a hablar. Además, ¡el tiempo se pasa volando!
En definitiva, no quiero decir que recibir clases particulares sea malo, pero no siempre es la solución. En contra de lo que mucha gente cree, las clases de grupos reducidos (ojo, no más de 4 personas) proporcionan la misma atención personalizada y además de los beneficios que hemos comentado, también nos brinda la oportunidad de conectar con gente nueva y fomentar el compañerismo, ya que al fin y al cabo, todos estamos en el mismo barco.
¿Te animas?
