En las clases de química, entender cómo se forman los enlaces entre los átomos es fundamental para comprender las propiedades y comportamientos de los diferentes compuestos. Los enlaces químicos son las fuerzas que mantienen unidos a los átomos en una molécula o cristal. El objetivo es cumplir la regla del octeto. Para ello, se pueden compartir, ganar o perder electrones.
La regla del octeto dice que todos los átomos tienden a tener 8 electrones en su último nivel de energía. De esta forma, adquieren una configuración muy estable (gas noble). Hay algunas excepciones a la regla del octeto, siendo las más comunes: H, Li, Be: 2
B, Al: 6 (a veces); P: 10 (a veces); S: 12 (a veces)
Principales tipos de enlaces químicos que existen
Enlace Iónico
Se forma cuando hay una transferencia completa de electrones de un átomo a otro. Este tipo de enlace ocurre típicamente entre un metal y un no metal.
Los átomos de los metales tienden a perder electrones y convertirse en cationes (iones con carga positiva), mientras que los no metales tienden a ganar esos electrones para convertirse en aniones (iones con carga negativa). La atracción electrostática entre los iones de carga opuesta es lo que mantiene unido al enlace iónico.
Por ejemplo, el cloruro de sodio (NaCl) es un compuesto iónico. En este caso, el sodio (Na) pierde un electrón para convertirse en Na⁺, y el cloro (Cl) gana ese electrón para convertirse en Cl⁻. La atracción entre Na⁺ y Cl⁻ es lo que forma el enlace iónico en la estructura cristalina del NaCl.
Los compuestos iónicos suelen tener puntos de fusión y ebullición altos debido a la fuerte atracción entre los iones. También suelen ser solubles en agua y otros disolventes polares, ya que el agua puede interactuar con los iones y separarlos en solución. Además, los compuestos iónicos en solución acuosa o fundidos son buenos conductores de electricidad debido a la movilidad de los iones.
Enlace Covalente
Se forma cuando dos átomos comparten uno o más pares de electrones.
Este tipo de enlace generalmente ocurre entre no metales. Los átomos involucrados en un enlace covalente tienen electronegatividades similares, lo que significa que ninguno de los átomos atrae los electrones compartidos de manera mucho más fuerte que el otro.
Los enlaces covalentes pueden ser simples, dobles o triples, dependiendo del número de pares de electrones compartidos.
Un ejemplo de enlace covalente es la molécula de agua (H₂O). En esta molécula, cada átomo de hidrógeno comparte un par de electrones con el átomo de oxígeno, formando dos enlaces covalentes.
Otro ejemplo es el dióxido de carbono (CO₂), donde el carbono comparte dos pares de electrones con cada átomo de oxígeno, resultando en dos enlaces covalentes dobles.
Los compuestos covalentes suelen tener puntos de fusión y ebullición más bajos en comparación con los compuestos iónicos. Además, los compuestos covalentes no conducen electricidad en estado sólido o líquido, porque no tienen iones móviles ni electrones libres.
Enlace Metálico
El enlace metálico es un tipo de enlace que se da entre metales. En este enlace, los átomos de metal ceden algunos de sus electrones de valencia para formar una "nube" de electrones que se mueve libremente por todo el metal. Esta nube de electrones libres es la responsable de muchas de las propiedades de los metales, como su alta conductividad eléctrica y térmica, su brillo, y su maleabilidad y ductilidad.
Por ejemplo, en el caso del hierro (Fe), los átomos de hierro comparten una "nube" de electrones deslocalizados que permite que los átomos se deslicen unos sobre otros sin romper el enlace, lo que hace que el hierro sea maleable y ductil. Esta deslocalización de electrones también permite que los metales conduzcan electricidad y calor de manera eficiente.