Finlandia y León: ¿Cómo es nuestro sistema educativo?

Según el último informe PISA, Castilla y León tendría el mejor sistema educativo no universitario de España. “Castilla y León es Finlandia” -dicen. Pero, ¿Por qué? ¿Qué le hace ser diferente al resto? A pesar de los condicionantes demográficos, físicos y socioeconómicos intrínsecos a la región, el subsistema educativo de la autonomía castellano-leonesa parece situarse en el pódium del éxito educativo español.

Desde el punto de vista social, Foces Gil apunta que las características culturales de las familias castellano-leonesas son un factor a tener en cuenta a la hora de analizar las altas tasas de escolarización: “(…) el elemento diferenciador y determinante de estos resultados es la creencia en que a través de la educación, sus hijos podrán mejorar su posición social”[1].

Es decir, las familias de Castilla y León estimulan la escolarización y un rendimiento académico favorable, a través de su implicación con los centros educativos y por su concepto de educación: la mejor vía para el progreso social.

La estabilidad del acuerdo educativo de 1999 –vigente durante más de una década- y la continuidad de la gestión durante dos legislaturas favorecieron unas bases sólidas del sistema, así como una aplicación real de las políticas educativas.

Estos dos factores, además de formar parte de la singularidad educativa de la región, son dos aspectos a tener en cuenta a la hora de valorar las características del sistema educativo en Castilla y León y la manera en que este se ha llevado –y se lleva- a la práctica.

A la hora de hablar de los puntos fuertes de las políticas educativas regionales, habría que destacar, en primer lugar, las bajas tasas de abandono escolar, por debajo de la media española. En segundo lugar, la presencia de secciones bilingües en los centros castellano-leoneses es sin duda un punto a favor no sólo para el desarrollo de los jóvenes que deciden cursar la ESO y Bachillerato en nuestra región, sino también a la hora de promocionar el plan educativo fuera de las fronteras españolas. En algo más de quinientos centros existen, actualmente, más de seiscientas secciones bilingües, lo cual nos coloca en la segunda comunidad con más programas de bilingüismo en España. En relación a esto, el consejero de Educación, decidió el curso académico anterior, adelantar al periodo de 3 a 6 años la iniciación al bilingüismo, algo que parece muy acertado siempre y cuando tengamos en cuenta que dicha iniciación deberá tener una continuación a lo largo de toda la Educación Primaria y Secundaria si queremos conseguir verdaderas capacidades bilingües, o en su defecto, un buen nivel de lengua extranjera. Por último, el refuerzo de la formación docente de las secciones bilingües, la ampliación de los centros BIT y la nueva dinámica de los “profesores colaboradores honoríficos” supondrían otros tres puntos a favor para el modus operandi de la educación castellano-leonesa.

En cuanto a los puntos débiles, habría que hablar, en primer lugar, de la centralización educativa o lo que he decidido llamar el “éxodo educativo”. Los centros educativos de los ámbitos rurales están en peligro de extinción. No sólo se promocionan poco, no sólo carecen de ayudas y subvenciones, no sólo les faltan alumnos, sino que además los pocos que había se van. Se van a las ciudades más próximas, o a las capitales de provincia, donde las administraciones invierten más y mejor. No culpo a los alumnos que se van, ni mucho menos, pero sí a las administraciones correspondientes, las cuales deberían tener un poco más en cuenta el peligro que supone centralizar la educación, ya que con ello no solo se castiga al centro educativo rural en cuestión –con menos de cuatro alumnos un centro se cierra-, y a toda su plantilla, sino a todo el entorno social, cultural y económico que lo rodea. Si el colegio se va, el pueblo también: “la escuela se considera un elemento básico para anclar población”[2].

Otro elemento a tener en cuenta es el elevado número de centros educativos en los que se concentra un alto porcentaje de grupos socialmente vulnerables o en riesgo de exclusión social. En Castilla y León hay más de cien centros que responden a estas características. Estos centros materializan las desigualdades sociales tan presentes en nuestro día a día y, por supuesto, también en nuestro sistema educativo. Para paliar estas diferencias, habría quizás que flexibilizar el currículo en estos centros, adaptando los contenidos y didácticas a los colectivos en cuestión, y ofertando actividades paralelas que apelaran a la inclusión “para conseguir que la educación sea un factor de cambio hacia la equidad y no de reproducción de desigualdades”[3].

[1] Foces Gil, Jaime Antonio. Política y administración de la educación en el estado autonómico (1978-2014). Desigualdades regionales y cohesión del sistema educativo. Estudio de un caso singular: Castilla y León. 2015. Universidad Nacional de Educación a Distancia (España). Facultad de Educación. Departamento de Historia de la Educación y Educación Comparada

[2] https://www.elnortedecastilla.es/castillayleon/colegios-rurales-castilla-20180325094246-nt.html

[3] https://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-centenar-colegios-castilla-y-leon-riesgo-convertirse-guetos-educativos-201712180907_noticia.html

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