Tendemos a pensar que nosotros (o nuestros hijos) trabajaremos para siempre donde residimos o, si no en la misma ciudad, sí en el mismo país.
En el mundo en el que vivimos, cada vez más, la gente tiene que buscarse su futuro fuera de su país. Y está bien que así sea porque, pocas experiencias más enriquecedoras puede tener una persona que vivir en otros países, conocer otras culturas, otras ideas y otras formas de ver la vida. Y sin un buen dominio del inglés, raramente se nos va a presentar la oportunidad de explorar el mundo de esta manera.
El asunto es que, cuando hablamos del idioma inglés, nuestra mente automáticamente se va a dos países principalmente: Reino Unido y Estados Unidos. Si pensamos un poco más, probablemente añadiremos Irlanda, Canadá, Australia y Nueva Zelanda a la lista.
Sin embargo, en países como los del Golfo Pérsico (Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Omás, Bahréin y Qatar), Sudáfrica, Namibia, Nigeria, Malta o Filipinas (entre otros muchos), se utiliza el inglés como vehículo de comunicación, de tal forma que se puede vivir allí sin necesidad de aprender su idioma.
Si nos centramos en Europa, cada vez hay más personas que son capaces de mantener una conversación en inglés. Según el último Eurobarómetro, encargado por la Comisión Europea en 2012, en los Países Bajos, el 90% de su población hablaba inglés de forma fluída, seguido de Malta, Suecia y Dinamarca (por encima del 85%) y Chipre, Austria y Finlandia (por encima del 70%). España se quedaba con un mero 22%.
Todo esto, unido al hecho de que ya hay muchas empresas que contratan a gente de diversos países que teletrabajan en equipo desde diferentes lugares del mundo (y, por tanto, tienen que tener un idioma común para comunicarse), nos dibuja un panorama en el que el inglés es absolutamente fundamental para la vida profesional aunque no te vayas a mover de tu ciudad, pero también para la vida personal, con las posibilidades de viajar a otros países más al alcance de todos que nunca antes en la historia.
