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El valor del éxito en el proceso de la enseñanza-aprendizaje

Durante más de 15 años de docencia, imaginarán que no son pocas las veces en las que escuché aquello de "la labor de los profesores, no tiene precio", y no seré cínica; efectivamente nuestra paciencia, nuestras horas extras, nuestros vínculos emocionales, nuestro sentido de la responsabilidad hacia el otro y ese largo etcétera; no lo tiene. No se ve, y en tantas ocasiones, parece que, por ello no existe.

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Pero de la misma forma, avanzando ligeramente en esta afirmación, siempre me viene rápidamente; la siguiente: "no tiene precio, tiene valor".

Y ese valor, es muchas veces nuestro motor, nuestra "gasolina", nuestra razón de ser (maestr@s)

Puede sonar a tópico, pero les invito a que, por ello, traten de analizarlo un poco más en profundidad. El vínculo que comienza (o no) segundos después de conocer al que será nuestro alumno o alumna, la cantidad de ideas de trabajo que casi nos abruman, minutos después de ese primer encuentro, las ganas de poder ayudar, poniendo un granito de arena con aquello que sabemos hacer... eso tampoco tiene precio, pero sí un gran valor, que sin duda, nos convierte en alguien un poquito más capaz, un poco más feliz, ligeramente mejor.

Sé muy bien que las cuentas a fin de mes, no nos llegan a muchos maestros y maestras, y volveré a no caer en el cinismo, quizá incluso pecando de soberbia, al confesar que muchas veces pienso que deberíamos ganar mucho más dinero del que ganamos y que somos mucho mejores de lo que esa cuenta refleja al finalizar cada mes.

Pero no nos engañemos, seamos sinceros: ¿qué profesor o profesora no se ha sentido un poco superhéroe por un rato?, ¿quién no se ha sentido feliz cuando su alumno o alumna le dijo aquello de "gracias por ayudarme, por enseñarme", "tienes poderes", "confías en mí"...?

¿Quién no quiso contarle al mundo que se sentía orgulloso/a de todas esas familias que, pasados los años, nos siguen agradeciendo nuestra labor, nos siguen recordando fielmente, nos extrañan, etc.?

Ser maestro o maestra no está pagado, es cierto. Pero nos reporta un valor, que solo algunos afortunados podemos saber y reconocer.

No aumentan nuestras cuentas corrientes, pero mejora nuestro bienestar emocional y nos vuelve superhéroes por instantes.

Y es cierto algo, no hace falta tener un título para ser un buen maestro. Los vamos encontrando a lo largo de nuestra vida. Son aquellos que nos guían, que nos acompañan, que nos llenan de confianza, que nos vuelven mejores. Son aquellos, sin duda, por los que damos gracias todos los días de nuestra vida.

Gracias madres, padres, abuelos, abuelas, tíos, vecinos, compañeros, colegas, desconocidos. Gracias a todos los que fueron, son y serán maestros en nuestras vidas, por un instante o durante todo el camino. Porque gracias a todos vosotros, hemos aprendido que, efectivamente," el proceso de la enseñanza, no tiene precio, tiene valor".

Tatiana Fernández Blázquez

Maestra de Educación Especial y Súperheroína por momentos :)

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