Para aprender siempre es necesaria la mano o el toque de un profesional. La primera razón es que desaprender algo es mucho más difícil que aprender un concepto de nuevo. El cerebro ya tiene asumido un acto, un conocimiento o una acción por repetición y hay que volver a reeducarlo para quitarnos ese hábito.
Además, asentar las bases, en especial si quieres aprender un idioma, es total y absolutamente crucial para que el conocimiento posterior sea fructífero. Yo siempre pongo el ejemplo de un edificio que vamos a construir: si los cimientos fallan, todo lo que venga a posteriori se derrumbará.
Asimismo, hay idiomas donde encontramos que tanto las vocales como algunas consonantes tienen una pronunciación diferente a las de nuestra lengua materna y es necesario aprender esos sonidos, de nuevo, para fijarlos y que se nos vayan fijando.
Otro escenario posible es que nos surjan dudas que no podamos solventar sin las clases de idiomas. Con el mero uso de internet o la explicación más extensa que encontremos puede que no la contempla.
Las lenguas son ricas en especificidades y en falsos amigos que requieren del extenso conoccimiento de un buen profesor de idiomas que sea capaz de aclarar esos matices para evitar situaciones vergonzantes en las diversas situaciones en que podamos encontrarnos a la hora de usar el idioma. Un patinazo puede costarnos un puesto de trabajo en una entrevista de trabajo en inglés, por ejemplo.
Piensa también que llega un momento en que internet se queda corto cuando tenemos algunas preguntas muy concretas, especialmente en los niveles alto. También hay ejercicios cuyas soluciones son erróneas y, cuando se está aprendiendo, no se es capaz de discernir estos errores.
Recuerda siempre buscar un buen profesional de ambos idiomas para el correcto aprendizaje.
¡Mucha suerte!
