En las clases de música, es difícil determinar cuáles son los instrumentos más fáciles de aprender, pues hay múltiples factores a analizar.
Según el Libro Guinness de los récord, se considera que los dos instrumentos más complicados, en lo que a ejecución se refiere, son el oboe y la trompa. Por otra parte, establece que los dos instrumentos más fáciles de tocar son el ukelele y la ocarina.
Tras la afirmación anterior, debo añadir que, en mi propia experiencia como trompista y percusionista, soy capaz de tocar la trompa sin mayor complicación, mientras que a día de hoy soy incapaz de tocar el ukelele. Todo ello se debe a la cantidad de tiempo invertido en la formación y práctica de cada instrumento.
También sería conveniente recalcar que una cosa es tocar un instrumento, refiriéndonos con ello al hecho de producir sonido, y otra cosa muy diferente es dominarlo mismo y ser capaz de expresarse a través del mismo (o al menos ser capaz de ejecutar la pieza musical que deseamos sin ningún tipo de complicación).
Por todo ello, cada instrumento tiene sus propias dificultades y debemos tenerlo en cuenta. Por ejemplo, producir el sonido es mucho más complejo en un instrumento de viento (pues hay una técnica de respiración y vibración que aprender y dominar) que en el piano. Sin embargo, en el piano la producción del sonido es muy sencilla, pues solo debemos pulsar una tecla, y la dificultad radica en la independencia de las manos, lectura de dos pentagramas en claves musicales diferentes o el gran conocimiento de armonía que requiere para la interpretación de acordes.
A modo de conclusión, es muy complicado determinar si hay instrumentos más fáciles de aprender a tocar que otros. Todo depende de la constancia en la práctica, tener un buen profesor de música que sepa guiarte y allanar las dificultades que aparezcan en el camino y, principalmente, las ganas con las que se afrontan las complicaciones. Por ello, recomiendo escoger ese instrumento que amas, que más te atrae, que sueñas con tocar, y ello hará que las dificultades sean menores o que las podamos afrontar con más garantías y, de esa manera, nunca darnos por vencidos ante las adversidades.
