Históricamente, las matemáticas ha sido la materia más complicada para alumnos de todas las edades. Desde los niños de primaria hasta los universitarios han pasado por el terror a la matemática. Tanto, que mucha gente elige su carrera mirando los programas y evitando aquellas con alguna ramas de las matemáticas incluida.
Entonces, uno puede preguntarse: ¿Por qué sucede esto?
Veamos…
En primer lugar, la matemática es una materia que obliga al cerebro a trabajar. Cuando queremos entender una explicación, realizar un cálculo o aplicar un razonamiento lógico, le pedimos al cerebro que se ponga en acción. Y eso consume energía y, por lo tanto, genera cansancio.
Es decir, la matemática nos obliga a hacer un esfuerzo concreto y palpable a la hora de intentar entenderla.
En segundo lugar, después de sumas y restas, multiplicaciones y divisiones, es cada vez más difícil entender cuál es la utilidad de aprender todas esas cosas que viven dentro de esta materia.
Las sumas y restas, vale, sirven para cuando uno va a hacer las compras. El precio es 8,50 yo pago con 10 y entonces 10 – 8,50 = 1,50 es el vuelto.
¿Multiplicaciones? Claro, si somos 5 amigos y cada entrada cuesta 12, entonces necesitamos un total de 5 x 12 = 60.
Y lo mismo con las divisiones.
Pero entender exactamente para qué sirve aprender la función cuadrática, la raíz cuadrada, la derivada, las integrales triples… cuesta un poco más.
Y es esa sensación de creer que uno está perdiendo el tiempo lo que hace que se pierda el interés. Entonces llegamos a la pregunta que da título a este artículo: ¿Por qué las clases de matemáticas tienen tanta demanda?
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Y la respuesta es simple: porque es una materia difícil, en general mal aprendida, que a la mayoría le cuesta mucho, que requiere de esfuerzo y voluntad de parte del alumno, que aparece en muchas carreras donde personas que no aman la matemática se ven enfrentadas al desafío de aprenderla.
Pero no es un problema grave, pues aquí estamos nosotros, los profesores particulares de matemática, pero resolverlo.
