La Educación Prohibida, 2012
El filme de Doin es un manifiesto político. Critíca y pretende transformar una realidad que no abunda en el imaginario de lxs docentes, madres, padres y alumnos de hoy.
La película desnuda al sistema educativo para dejar visible un esqueleto ridículo e inútil a los ojos del espectador. Doin, a través de la voz de profesionales y expertos del ámbito educativo internacional, y una trama paralela que se desarrolla en un instituto de educación secundaria, explica de qué manera la educación actual tomó su forma entonces, cómo esta funciona y cómo debería, según él, funcionar y desarrollarse en nuestro sistema social.
El discurso del filme se basa en una crítica feroz del sistema educativo tal y como lo conocemos hoy, abogando por una alternativa educativa de corte paidocentrista en la cual lxs niñxs reciben una formación individualizada, adquieren un aprendizaje autónomo y desarrollan el pensamiento crítico. Se trata de una tipología educativa que centra sus objetivos en el desarrollo personal de los estudiantes, apostando no tanto por la mera trasmisión de los contenidos curriculares -característica principal del sistema educativo tradicional- sino por la enseñanza de una serie de estrategias que permitan al alumno autorregular sus propios conocimientos y aprendizajes.
Esta « educación prohibida » suena bastante bien, ¿verdad? Grupos reducidos, actividades en medio de la naturaleza, docentes volcados en el desarrollo y aprendizaje de todxs sus estudiantes, materias impartidas desde la reflexión y el debate…etc. Sin embargo, en la película, este modelo se defiende exclusivamente por representantes de la escuela privada que no dan voz al sistema público. Según lo plasma Doin, parece que la solución al modelo educativo actual es una escuela exclusiva, dirigida a niñxs brillantes y pensada para una élite con un alto capital social y económico.
Ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos… La película hunde en la miseria al sistema de la educación pública, tanto por su concepción y recorrido histórico -en un determinado momento considera la escuela como una « cárcel » productora de futura mano de obra del sistema- como por su capacidad didáctica fundada exclusivamente en la aptitud memorística y en la función adoctrinadora del docente, sin motivar, sin estimular aprendizajes autónomos, sin provocar que los estudiantes aprendan porque quieren, porque saben que quieren aprender, y no porque tienen que hacerlo para evitar un suspenso o un negativo. Sin embargo, el modelo alternativo de estos expertos que filma Doin no propone otra cosa que una educación privilegiada para una minoría, una escuela donde sólo hay sitio para una minoría con pocos problemas y muchos ingresos.
Aunque el modelo educativo es muy interesante y las bases pedagógicas por las que aboga son necesarias, las alternativas que propone esta « educación prohibida » no resuelven los problemas del sistema de una manera global y plural, sino que hace aún más evidentes las diferencias sociales. La película no incluye a familias socialmente vulnerables, familias reales y con problemas, ni a niñxs con dificultades de aprendizaje, quizás no contempladas en este modelo.
Es cierto que el sistema educativo tiene carencias, problemas y muchos condicionantes que convierten en ardua la tarea de mejorarlo. Es cierto que se necesita a un estudiante protagonista, a un centro inclusivo y a un docente motivador, como bien transmite Doin, pero necesitamos, sobre todo una educación pública, accesible para todxs, libre y de calidad, resistente a todos los huracanes privatizadores, sesgados y exclusivos que quieran destruir nuestro pasaporte hacia el futuro.
