Todo el mundo ha escuchado que las humanidades, en la actual sociedad de la información, telecomunicación y de altas tecnologías, no tienen cabida o, al menos, no son tan relevantes para el devenir social, económico o político de la humanidad... pero si lo son para su devenir cultural.
Pensamos que carreras como historia, filosofía, literatura o, entre otras, historia del arte, que es la que nos ocupa, son carreras que tienen pocas salidas profesionales y, relativamente, es así. Una vez que finalizas el grado, lo que era la antigua licenciatura, la carrera no ha terminado. Hay quienes se deciden continuar en la universidad con tesis y doctorados para, en algún momento, poder dar clases en la facultad; hay quienes prefieren especializarse con algún máster y otros que comienzan otra carrera de fondo: una oposición.
Por lo tanto, es similar a la medicina al durar unos cuántos años más de lo planeado. Resalto la palabra "relativamente" porque los resultados no son inmediatos, y uno puede desesperar y tirar la toalla, pero si eres audaz, sabes escoger bien las oportunidades y no te rindes nunca, uno consigue lo que se propone. Más tarde que temprano, pero es así.
Con el bagaje cultural y artístico que se obtiene del arte, uno se puede dedicar al turismo, a la investigación, a los museos, como ayudante o conservador, al comisariado de exposiciones, a la educación, a la documentación, a la divulgación, etc. Pero hay que tener en cuenta que hay ciudades que tienen más ofertas laborales que otras, por lo que, en un primer momento, habrá que estar dispuesto a cambiar de residencia si el puesto lo requiera. Son sacrificios que hay que asumir.
El mundo necesita que se le recuerde quiénes son, de dónde venimos, por qué somos seres que necesitamos vivir en sociedad, por qué ocurre lo que ocurre, cuáles son nuestras costumbres, ideas, de dónde provienen, etc. El patrimonio cultural es lo que nos da una identidad y nuestra forma de actuar como colectivo es fruto de una serie de acontecimientos que hay que tener siempre presentes. En un mundo cada vez más individualista se requiere que profesionales de la historia y del arte humanicemos a la sociedad.
