¿Aprender gramática o hablar un idioma? Bases para la enseñanza moderna de un idioma

¿Qué es aprender un idioma? Muchas personas consideran aburrido o complicado el aprendizaje de una nueva lengua, pero curiosamente eso suele ocurrir en personas cuyo lazo afectivo con el idioma se ha roto, es decir, cuando la ilusión, el cariño o el interés inicial por una lengua se ha visto afectado o dañado. Ciertamente, parece que hablo de psicología, y en realidad hay una parte de eso en la enseñanza de una lengua, porque se trata de un intercambio, de una puesta en práctica constante del idioma en clase, así como de una corrección sistemática pero no destructiva de los errores del alumno. Pero entonces, como profesores, ¿debemos o no debemos corregir a nuestros alumnos? ¿Debemos dejar de enseñarles teoría y gramática? Y los alumnos, ¿cómo pueden retomar el interés por un idioma que sienten que no les sirve para nada?

En la enseñanza actual de los idiomas, y particularmente en escuelas primarias y secundarias, siguen vigentes anticuados valores y métodos basados en la memorización y la repetición de reglas de gramática y listas de vocabulario, mediante ejercicios de memorización y sistematización del conocimiento (ejemplo: ejercicios de rellenar huecos o lecturas como única práctica del idioma). La verdad es que los alumnos pueden conseguir memorizar estos conocimientos de manera efectiva e incluso tener un gran éxito en los ejercicios, pero sin embargo no ser capaces de entablar una conversación, de escribir una carta en ese mismo idioma.
Hay varias razones por las que esto ocurre. Una es la preponderancia de materiales y ejercicios de comprensión escrita (lecturas) u oral (audios), frente a una presencia muy limitada de actividades o juegos de expresión oral (juegos de rol, conversación) o escrita (intercambio de cartas, juegos donde sea necesario escribir), lo que impide que el alumno practique la lengua, cometa errores y sea capaz de superarlos con el afán del juego.

En segundo lugar, la carencia de situaciones reales para poner en práctica los conocimientos teóricos (gramática, vocabulario, fonética, ortografía) hace que el interés por el idioma sea reducido, así como su uso, que se limita al aula de clase. Se necesitan actividades en "el mundo real" es decir, actividades que formen parte del mundo real de las personas: preparar un viaje, escribir una lista de recomendaciones, enviar una postal a alguien, escribir la lista de la compra, ir a comprar al mercado, llamar a una oficina para pedir información, dar una opinión sobre una película o un libro en un blog, buscar y leer una receta en internet y cocinarla después, debatir en un foro de opinión sobre la actualidad, leer un artículo del periodico, escuchar la radio... Y la mejor herramienta para esto cuando no nos encontramos en un país francófono es internet. En la red encuentras páginas de todo tipo, desde blogs de viajes hasta páginas oficiales de migración, páginas con recetas de cocina, foros de actualidad, medios de información... es prácticamente infinito y es la forma más efectiva y rápida de viajar a un país francófono en medio de una clase y de conseguir que los alumnos le encuentren sentido al aprendizaje de un idioma.

En tercer lugar, está el tema de la frustración. Muchos alumnos, principalmente adolescentes, te dirán que no van a hablar en otro idioma porque "no hablan bien" o "no saben hablar" aún cuando sus resultados en los ejercicios de gramática y vocabulario sean buenos. Para esta situación existen principalmente dos causantes, una es la correción agresiva de los errones, e incluso la consideración del error como un fallo, algo negativo que aleja de lo bueno y esperado. Los errores siempre serán errores, y eso es cierto, pero en realidad, lo correcto y lo incorrecto tiene márgenes bastante amplios si lo que se está buscando es enseñar a comunicar, no a hablar como un diccionario o libro de gramática (ojo, que la calidad del lenguaje y los aciertos en gramática o ortografía también deben ser valorados), pero se trata de una ponderación. Finalmente podemos considerar también que los errores son una muestra de los fallos del mismo profesor, sobretodo si ocurren en la mayoría de los alumnos, porque esa lección quizás no se explicó bien, o no se consiguió motivar o hacer practicar suficientemente a los alumnos para que la interiorizaran. Debemos corregir los errores sistemáticamente de manera positiva, para que los mismos alumnos puedan entenderlos y mejorar, pero sin olvidar que son un reflejo de nuestras propias competencias como maestros.

La segunda razón para la dificultad de la expresión en los alumnos es la irremediable losa histórica que cargamos profesores y estudiantes de idiomas como que un idioma son verbos y vocabulario. Pero eso no es así. Es cierto que nunca podremos negar que la gramática o el vocabulario no sean importantes, pero en su justa medida. Existen también otro tipo de competencias que como profesores debemos ser capaces de enseñar y valorar ponderativamente en clase (sí, a la hora de poner nota también), y son las competencias comunicativas sociolingüísticas y pragmáticas. Me explico: si tu alumno conoce las conjugaciones completas y listas de vocabulario ideales como para comprar un souvenir en una tienda pero no sabe si eso en Francia se vende en tiendas o en supermercados o no sabe cómo saludar cuando entra en una tienda, ni si tiene que hablar de usted o de tú a una persona de su edad que le esté atendiendo, ni a qué distancia física debe colocarse o si puede comprar una botella de anís como recuerdo con 16 años, entonces las listas de vocabulario y gramática son claramente insuficientes. Esto no significa que la gramática y la teoría no deban ser enseñadas, sí deben enseñarse, la pregunta es cómo. Deben ser enseñadas para un uso, con un objetivo comunicativo de fondo. Es decir, ¿se pueden enseñar los números? Sí, para poder decir la edad. Y mejor aún enseñarlos cuando tus alumnos te pidan decir su edad, o su dirección, o su número de teléfono. Así sí van a desear aprender, especialmente los adolescentes.


Implementar métodos modernos en clase, donde la práctica del idioma sea tan importante como la comprensión, donde los juegos y las actividades sean espacios habituales en clase para practicar de forma divertida, donde internet sea la herramienta que nos permite viajar y utilizar el idioma de forma real con otros francófonos cuando no podamos viajar físicamente, cuando la comunicación sea el principal objetivo de enseñanza y la gramática y vocabulario sean competencias lingüísticas que apoyen este objetivo, cuando las correcciones tengan por objetivo la mejoría y no el castigo, entonces sí podremos realmente captar, estimular y motivar el interés y el cariño por un idioma incluso en los alumnos más desanimados.

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