Cuando se van a dar clases de apoyo, lo más importante es valorar el nivel del alumno desde el primer día. Es decir, si está en tercero de la ESO, ¿tiene realmente ese nivel? ¿Adquirió los conocimientos del año anterior?
Con una discreta prueba de nivel, realizada el primer día, puedes hacerte a la idea de cuáles son los principales errores del alumno, su nivel de pronunciación, de vocabulario, de gramática, cómo reacciona cuando no entiende o cuando no sabe decir algo, si se le da mejor la comprensión o la expresión, el oral o el escrito...
Esta prueba de nivel se puede decir que es como un "examen introductorio", en la cual puedes incluir lo que tú quieras. Por ejemplo, para romper el hielo al principio de la clase, te será muy útil pedirle que se presente o que te haga las preguntas de presentación a tí para conocerte.
Para esto, existen numerosos juegos donde tú escribes tus informaciones en la pizarra (un número, una ciudad, un año...) y ellos deben preguntarte hasta dar con la pregunta correcta para cada una de las informaciones que has escrito. Son juegos sencillos que hacen olvidar que acabáis de conoceros y que a tí te permiten ver en qué nivel está.
Después puedes pedirle que te describa distintas imágenes que tú debes tener preparadas: una habitación (vocabulario de la casa), una familia (descripción física), un objeto (colores, formas), un alimento (gustos), una obra de arte (emociones, opiniones)... Y así puede ir hablándote de su casa, de su familia, de su colegio, de lo que le gusta y lo que no le gusta, de lo que piensa...
Esta prueba introductoria debes prepararla realmente bien antes del día de la clase, tener los materiales listos y que sean pertinentes. Es importante, porque después de esta primera clase necesitarás tener muy claro el nivel en el que realmente está el alumno, respecto al que debería estar, para preparar las clases siguientes sin fallar y sin estarte preguntando: ¿pero esto lo sabe o no?