Luego de descubrir mi pasión por enseñar, haber cruzado un océano entero para continuar mi formación en Barcelona y encontrar allí nuevas maneras de ver la práctica de la enseñanza musical, puedo decir que aunque por muchos años he tenido un modelo de educación basado en cómo me han enseñado a mí, en prácticas docentes y tomando de referentes a algunos profesores que me han enseñado y que admiro, ahora encuentro la necesidad de sustentar esas prácticas en modelos pedagógicos concretos y en la reflexión constante acerca de la forma en la que estaba llevando mis clases anteriormente y en cómo me gustaría llevarlas en el futuro.
La primera reflexión que quiero hacer me trae el recuerdo de mi yo de siete años que quería ser como Shakira y que necesitaba en su vida una guitarra para poder sacar todas sus canciones. Vaya mi sorpresa cuando en mi proceso en lugar de sus canciones me encontraba punteando melodías que yo inventaba a oído, aprendiendo rancheras que mi papá cantaba y que descubría que solo tenían dos o tres acordes que había visto en alguna cartilla de música y aprendiendo algunas melodías tradicionales colombianas sin saber, en ese entonces, que estaba construyendo mi propio aprendizaje a partir de la experiencia con el instrumento. Y aquí es donde quisiera involucrar estrategias para dejar que mis estudiantes hagan lo mismo y exploren con el instrumento, que participen en la creación de su propio conocimiento a partir de esa experiencia primaria con la música, todo esto basándome en la importancia del escuchar, interpretar y crear.
“Tanto si hablamos de escuchar como de interpretar o de crear, la finalidad es que, independientemente del contexto, la música sea significativa y la persona pueda participar de ella con criterio e iniciativa; que sepa, en definitiva, utilizar el conocimiento y las habilidades de forma integrada” (Malgarriga, Gómez y Viladot, 2013, p. 30).
Todo esto pensado en que la actividad musical evidencia ciertas capacidades cognitivas, afectivas, sociales y motoras que se pueden desarrollar y que resultan importantes no sólo para el aprendizaje musical sino para la vida.
Como segunda reflexión, debo decir, bajo mi experiencia, que una de las dificultades para un estudiante que no ha tenido contacto previo con la música, sin importar su edad, es leerla en forma de partitura, aprenderse todos los símbolos, estructuras musicales para luego ser interpretadas, así que, pienso que sería muy interesante introducir el trabajo con la acción y representación de la acción, lo que traduce en la manera en cómo el estudiante puede interpretar lo que escucha y plasmarlo con simbología que él mismo pueda entender por medio dibujos o grafía que le permita seguir una línea melódica antes de aprender como escribirla de forma musical.
Esto siguiendo con lo dicho por Piaget en cuanto a la toma de consciencia como una reconstrucción de las operaciones de las que se ha de tomar consciencia en algún momento, pero representándolas simbólicamente por medio de signos, de manera que la imagen sustituya a la palabra. Aunque no se puede dejar de lado hablar de música desde el primer momento haciendo uso del lenguaje propiamente musical y hacer una inmersión en las partituras como un entrar a la música desde la globalidad, lo que le permite al niño crear mejores conceptos de estructura, repeticiones, cajones, sistemas, verticalidad y otras características propias del lenguaje musical que favorece su representación simbólica. Debo decir que esta forma de aprender la música, gramaticalmente, me resulta bastante interesante y le da al estudiante la capacidad de crear su propio lenguaje que posteriormente puede transformar en su propia música.
Para terminar y como última reflexión, quiero decir que la modificación e introducción de nuevas estrategias y mejoras para la enseñanza debería ser una reflexión constante en nuestro qué hacer como docentes, actualizarnos, investigar y ser innovadores en nuestras prácticas diarias, pensando en que siempre podemos innovar haciendo pequeños cambios a lo que ya está estructurado, encontrando la manera más eficiente de transferir el conocimiento para que llegue de manera efectiva a los estudiantes.
Así mismo, considero fundamental el preguntarme cómo mi clase puede ser aún mejor, teniendo en cuenta que cada niño que pasa por las aulas de escuelas o academias tiene una cognición y modo de ver el mundo diferente. Cómo puedo transformar mis clases de acuerdo con las necesidades de mis estudiantes, bien sea adaptándolas como estrategias de inclusión, de fomentar el aprendizaje cooperativo, o simplemente haciendo las clases más auténticas, de manera que haya un espacio para que todos se sientan cómodos en ellas, que todos cumplan los objetivos de acuerdo con sus tiempos, que existan formas más amigables, que aunque no siempre son musicales, nos dirijan hacia un aprendizaje más práctico y consciente, tanto a mí como a ellos.
Referencias
- Casals, A. (2022). Projectes, innovació i transferència en la didàctica de la música. [Dispositivas de Power Pint]. Clase didáctica de la música.
- Malagarriga, T. y Martínez, M. (2013), Todo se puede expresar con música. Dinsic, Publicacions musicals.
- Piaget, J. (1973). El juicio y el razonamiento del niño: estudio sobre la lógica del niño. Buenos Aires: Guadalupe. 2 edición.
- Vilar, M. (2004). Acerca de la educación musical. Revista electrónica de LEEME, 13, 1-23.
