Me gustaría hablar sobre la educación en Taiwán. Ya que tuve la suerte de que me dieran una beca como estudiante de Bellas Artes por la UPV, de esta forma conseguí pasar 6 meses en Taiwán dónde además de seguir con mis estudios de artes plásticas, también pude continuar estudiando percusión. Que es algo que me apasiona y que llevo estudiando desde los ocho años.
Recuerdo que tuve dos asignaturas relacionadas con las artes plásticas. Una de ellas era ilustración, en la que tuve una profesora no muy simpática que hablaba sólo mandarín; así como os podéis imaginar me enteré poco de lo que iba el asunto. Pero finalmente logramos entendernos, ya que la profesora se aseguró de que algún estudiante me tradujera las clases mientras se iban desarrollando. La otra asignatura era acuarela. Y en dicha clase tuve la suerte de conocer a un buen profesor, que siempre me trataba muy bien, entendía el arte de una manera muy amplia. Así que estaba encantado de que aportáramos nuevas formas de ver el arte y de relacionarnos con el mismo. Él parecía una persona muy creativa, así que aprendí mucho de él y además tenía una técnica impecable como la mayoría de mis compañeros que trabajaban sin descanso en sus obras. Y se pasaban la mayor parte del tiempo dibujando o escribiendo.
Por otra parte, y refiriéndome a la música; pero más concretamente a la percusión. Debería añadir que este momento, y más bien conocer a cierta persona; cambio mi vida para siempre. La persona de la que estoy hablando se llama Yiu Kwong Chung y fue mi profesor de percusión y director de orquesta de dicha Universidad. Podéis observarlo con vuestros propios ojos, se encuentra justo a mi lado en la fotografía, es un hombre que ronda los 60 años y se conserva perfectamente.
La verdad es que yo llegué al departamento de música con muchas dudas. Nunca había sido la mejor en mi conservatorio, solo era una alumna más y lo peor de todo...nunca tuve un profesor que confiara en mí como percusionista. Nunca había sacado brillo de mi diamante. Pero al llegar allí, me cruzé con este emblemático personaje que es referencia para muchos músicos. Ya que no sólo es percusionista, sino que también es director y compositor. Y cuando me animó a que fuera su alumna, también me propuso al mismo tiempo que fuera solista con las castañuelas en "La vida es breve" obra que unos meses más tarde interpretaríamos con la orquesta de la Universidad; no pude negarme a tal oportunidad. Y le dije que sí, que sí a todo. Confió en mi como nadie lo había hecho. Y en 6 meses mejoré mi técnica de caja, tocando redobles que no había conseguido hacer sonar bien en toda mi vida, y tocando obras en la marimba de Keiko Abe que no me veía capaz de tocar. Todo esta en creer en uno mismo, o en dejarse ayudar por las personas que de verdad, creen en ti. Todavía me acuerdo de él y es mi inspiración. Es mi unión con la música. Y un modelo a seguir. Gracias, profesor. Te guardo en mi corazón.
