La gente siempre asocia “un profesor” a alguien que te enseña: quien te corrige, te dice lo correcto; es el centro de la clase, el referente para el alumnado. El flujo del conocimiento es unidireccional.
Pero en este método, el docente es “el guía” o “ el facilitador”, es decir, el que realiza todas las tareas habituales de un profesor pero de manera implícita. Corrige sin corregir y enseña sin enseñar. Por un lado se prepara a un estudiante para que sea capaz de deducir las reglas gramaticales por su cuenta y por otro, se le propone oportunidades de auto corrección. El foco no está en el infalible profesor sino en el aprendiz autónomo, capaz de pensar, reflexionar y actuar. En resumen, el método de aprendizaje con enfoque comunicativo le da una vuelta al aula tradicional y cambia fundamentalmente los papeles del profesor y del estudiante.
Normalmente, los primeros cinco minutos no sólo sirven para abrir la clase sino también la preparan para el tema del día, así que es imprescindible aprovechar este tiempo. Para cada actividad, el tipo de agrupamiento(parejas, grupos) es decisivo para el alcance del objetivo, además es útil para animar a los estudiantes y para que participen más. Aunque el profesor se mantenga en segundo plano, se asegura del cumplimiento de las instrucciones, y propone su ayuda si se han desviado de éstas. Siempre hay recursos para relacionar lo nuevo con lo aprendido. Cada ejercicio, aparte de cumplir una cierta función pedagógica, aporta una oportunidad de aprendizaje.
Los recursos del profesor no están limitados al formato papel o digital; su cuerpo, su voz, su expresión facial incluso su mirada, todo forma un gran repertorio de recursos y un buen profesor sabe cómo explotarlo al máximo. No siempre hace falta corregir con boli rojo sino que a veces con sólo verbalizar el error en voz alta es suficiente.
El profesor también se encarga de elegir y decidir actividades rentables: a veces vale la pena corregir frases en la pizarra, otras veces basta con subir las respuestas en Google classroom. Como todos los ejercicios no son iguales, no son igualmente rentables. En cuanto al error, es una parte fundamental del proceso de aprendizaje que le permite al alumno concienciarse. El tratamiento de errores no debe ser desmotivador es por eso que no hace falta corregir cada error que cometa un estudiante. Hay una creencia tradicional sobre que el profesor debe “corregir” puesto que es su obligación, pero necesitamos cambiar esta actitud; en la corrección, el alumno no es un sujeto pasivo.
Siempre hay un hueco entre lo que queremos llevar al aula, es decir, la preparación y planificación, y lo que al final se termina llevando a cabo. Lo idóneo es seguir el plan paso a paso pero siempre hay imprevistos. Si pudiera definir en una frase cómo sería una clase ideal, diría que es aquella que consiga el objetivo en dicho tiempo. La gestión eficaz del tiempo es crucial para cualquier persona pero aún más para un docente: es una gran herramienta educativa(si se usa bien). Otros aspectos importantes son el lenguaje corporal del profesor, que debe ser abierto y extralingüístico, las instrucciones, que deben ser lo más claras posibles, y la manera de asegurarnos de que hayan aprendido es preguntar a los estudiantes que expliquen las instrucciones en sus palabras.