CINCO PUNTOS CLAVE PARA OFRECER CLASES DE ÉXITO: 4. RELEVANCIA

Habiamos abierto este bloque de entradas para enumerar aquellos cinco puntos que nunca debe de descuidar un profesor si quiere que sus clases sean de calidad y apreciadas por sus pupilos.

Terminabamos la entrada anterior explicando la importancia del entendimiento antes del estudio.

Continuamos ahora con el punto numero 4, la relevancia.

Esto quiere decir que si cada uno tenemos un conocimiento amplio en las areas que nos interesan, que son diferentes segun el alumno, y menos en otras areas. El sistema actual no parece entender que no todas las asignaturas valen lo mismo en la vida. Por consiguiente, no es justo darles la misma importancia en nuestra vida estudiantil.

No estoy hablando de escoger ciencias o letras. Ya se que un estudiante adolestcente no sabe lo que quiere hacer en la vida y no podemos quitarle las asignaturas que el quiera, pues lo mas probabe es que se quede solamente con educacion fisica.

A lo que me refiero, es al argumento de que una minima cultura general es necesaria. Claro que si, pero esa cultura tiene que tener sentido. Tiene que prepararnos para la vida.

No hace mucho tuve un conflicto con una persona que defendía en redes sociales que las derivadas y las integrales nunca le habían servido para nada en la vida, por lo que habría que reducir el contenido en horas lectivas de esa asignatura. Como matemático me ofendí y dese de seguirla. Pero me gustaría aclarar que lo que de verdad me molesto fueron los comentarios del estilo “menos de esto y más de aquello”. Eso es una forma eufemística de decir que unas asignaturas son más importantes que otras.

Desde luego que soy contario a esa opinión, pero sí que es verdad que nuestro sistema educativo debería hacer una limpieza de temas sin relevancia en todas las asignaturas.

Para empezar, cada uno tenemos un conocimiento amplio en las áreas que nos interesan, que son diferentes según el alumno, y menos amplio en otras áreas. El sistema actual no parece entender que no todas las asignaturas valen lo mismo en la vida de cualquier persona.

Por consiguiente, no es justo darles la misma importancia en nuestra vida estudiantil.

No estoy hablando de escoger ciencias o letras. Ya sé que un estudiante adolescente no sabe lo que quiere hacer en la vida. No podemos quitarle las asignaturas que quiera, pues lo más probable es que se quede solamente con lo que considera más divertido.

A lo que me refiero, es al argumento de que una mínima cultura general es necesaria. Claro que sí, pero esa cultura tiene que tener sentido. Tiene que prepararnos para la vida.

¿Cómo medimos la relevancia del contenido?

Para entendernos, hablemos en pequeño. La primera profesora de inglés que tuve hacia un examen de vocabulario todos los viernes.

De adulto he sido rechazado en dos entrevistas de trabajo por no saber inglés. En esas entrevistas me fallaron ciertas palabras que mi profesora en su día me corrigió.

Pero en esos exámenes me quitaban la misma nota por escribir mal palabras que me hubieran sido útiles en la entrevista que por escribir mal la palabra “ornitorrinco”. ¿Tan difícil es entender que la palabra ornitorrinco no vale lo mismo en la vida que otras palabras?

Pues tampoco debería valer lo mismo en los exámenes.

Esto vale casi par cualquier asignatura. El físico británico Conrad Wolfram afirma que cualquier enseñanza debe ser expuesta de la misma forma. Y esa forma es, con una pregunta dirigida a una situación.

Un ejemplo: “¿Cuál es la póliza que más me interesa?”

A partir de aquí, el proceso se reduce a tres pasos:

  1. Transformar la duda en un ejercicio.
  2. Calculo duro, realización de operaciones.
  3. Transformar el resultado en una respuesta tipo, “ya sé que póliza es la que más me conviene.

Lo más curioso es que si el tercer paso nos diera una respuesta absurda, como un resultado negativo, el propio alumno vería la existencia de un error de cálculo y repasaría los cálculos, lo que le llevaría irremediablemente a mejorar sus notas.

El cálculo pesado se deja para las computadoras, pero sin convertirlas en herramientas “anti pensamiento”.

A mí me parece muy triste cuando tengo alumnos que delante de mí se saben un examen para 10, pero tengo claro que si de camino al instituto le roban la calculadora bajarían a un 0.

¿Qué puedo hacer yo como profesor de refuerzo al respecto?

El proceso de pasar por las trabas del sistema no es más que un trámite para poder alcanzar nuestros verdaderos objetivos. Y se seguirá viendo así porque a veces nuestros propios profesores no son capaces de explicarnos el papel que desempeña esa materia que tanto nos aburre dentro de nuestra vida o de los problemas cotidianos que ha experimentado el ser humano.

Mi recomendación es que antes de ofrecer tu clase te preguntes mucho sobre el papel que juega esa materia dentro de una disciplina más amplia. O te preguntes cual es la problemática que esa asignatura aspira a resolver.

Si es algo a lo que los seres humanos han dedicado años de investigación, es probable que sea algo más importante de lo que a simple vista pueda parecer.

El auto responderte a estas preguntas hará que te apasiones más. Eso producirá un contagio emocional entre tus alumnos que se reflejara en sus resultados. Y más aún si son gente joven.

Otro error entre los estudiantes jóvenes es confundir la falta de familiaridad con el hecho de que una asignatura no les guste. El atascarse genera un estrés que a la vez genera un sentimiento de inferioridad. Si logras que tus alumnos se mantengan al margen de esas emociones, le perderán la manía a esa asignatura.

Y sobre todo, que disfruten del proceso. Hoy en día contamos con medios suficientes para no ver las clases como algo aburrido y obligatorio. Nosotros somos sus “entrenadores” para la vida y es nuestra responsabilidad el ser creativos para ayudarles a cambiar el chip.

No olvides el eslogan “convertir una obligación es una pasión”. Reduce la enseñanza de fórmulas o pronunciaciones y enséñales a disfrutar del proceso.

Y si te han gustado estos consejos, no olvides compartirlos con aquellos profesores que aprecies.

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