Experiencias de un profesor de clases particulares

Cuando somos jóvenes nos gusta jugar a adivinar con que seremos o a que nos dedicaremos en el futuro. Pues dicho esto tengo que admitir que nunca me había imaginado estar al otro lado, en el lado del profesor.

Empecé a impartir clases particulares cuando estaba estudiando mi primera carrera. No fue mi primera opción pero ahí estaba, ante mi primer alumno. Le sacaba 6 años, los cuales eran mas que suficientes para sentirme con la confianza y la franqueza de que le iba a ayudar de la mejor manera posible. Recuerdo que necesitaba ayuda con la asignatura de Euskera, su nivel estaba lejos del exigido por su curso, una faena para mí ya que tenía que empezar desde lo más básico. Afortunadamente pudimos subir con relativa rapidez el nivel de las clases hasta ponerse al nivel de la clase, fue muy satisfactorio. Solamente fue durante el verano pero fue una gran experiencia.

Después de unos años, he vuelto trabajar de profesor. Con más madurez y las ideas claras de lo que necesita un alumno para su aprendizaje. Esta vez he estado dando clases, durante los últimos meses del curso, a un chaval el cual necesitaba ayuda en varias asignaturas de ciencias, las cuales sacó satisfactoriamente . Esta ha sido la experiencia que me ha hecho darme cuenta de cuanto me gusta ser profesor. Además, he sentido cada aprobado suyo como propio lo cual gusta y motiva.

En conclusión, me siento con ganas de enseñar y de que los alumnos me enseñen a ser un mejor profesor de lo que soy hoy en día.

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