El trabajo enriquecedor de los profesores

A menudo mucha gente me pregunta cómo me dedico a la docencia habiendo estudiado ingeniería, pudiendo ejercer mi profesión.

Es muy fácil, para mí un profesor nace, no se hace. Con esto no quiero decir que dando clase nunca pares de aprender, es más, cada día aprendes un truco o manera mejor de explicar un teorema, problema o lección de la que tenías, pero las ganas de enseñar y la pasión de explicar es una vocación.

Por eso cuando la gente me hace esa pregunta, mi respuesta siempre es la misma, en una fábrica tienes máquinas que hacen el trabajo, no tienes que explicar nada, no tienes contacto personal con ellas, no experimentan mejoría, es más, siempre se acaban estropeando.

Con los alumnos ves la mejoría, la evolución durante todo el año, la gratitud cuando aprueban y también la decepción cuando suspenden.

Por eso cuando alguien te pregunte por qué te dedicas a la docencia, la respuesta no es fácil, ya que no la hay, te dedicas a ello porque naciste para ello, no me imagino la profesión de docente como un trabajo que haces porque tiene más salida profesional, porque está bien remunerado o porque trabajas pocas horas, ya que en mi caso, como Ingeniero, podría tener mejores salidas profesionales ejerciendo como tal, podría tener mejor sueldo incluso trabajando menos horas que de profe, pero es que el ser profe es lo más, te relacionas con los alumnos, creas un vínculo profe-alumno con ellos y sobretodo, los ves evolucionar, no hay trabajo mejor que este.

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