Estoy dando clases particulares por Skype, durante estos días de cuarentena.
Todos nos sentimos agobiados y tenemos miedo: nuestra vida ha cambiado sin que nos diéramos cuenta, nos hemos encontrado en una situación de la que no sabemos cuándo saldremos.
Aun así, nuestro trabajo sigue. Las relaciones humanas han cambiado de forma, pero no han desaparecido. Puede que estemos en casa, pero esto no significa que estemos solos. Con mis estudiantes han nacido reflexiones muy interesantes a este respecto.
Para empezar, el tiempo es nuestro amigo. Tenemos más horas libres durante el día y, si esto por un lado nos puede asustar (porque ya no estamos acostumbrados a la libertad), también puede ser una maravillosa oportunidad para descubrir no solo el idioma sino también la literatura, el cinema, la cocina de otro país. El estudio de un idioma tiene esta primera ventaja práctica: nos permite viajar y descubrir, sin movernos de casa.
Hay otra ventaja también, relacionada con nuestro entrenamiento mental, nuestra capacidad de enfrentarnos a momentos difíciles como éste. El otro día una de mis estudiantes me conmovió. Me dijo: "Estoy muy nerviosa en este periodo. Sin embargo, durante las horas en las que hago clase de italiano me siento distinta. Mi mente se esfuerza por hablar otro idioma, y ya parece que se aleja de los problemas que me agobian".
Yo no podría estar más de acuerdo. Estoy convencido de que el estudio de un idioma nuevo es una poderosa herramienta para encontrar, dentro de nosotros mismos, fuerzas que no conocíamos y recursos que no imaginábamos. La práctica de una lengua extranjera es un entrenamiento divertido y útil a la vez, para estimular áreas de nuestra mente que normalmente están dormidas.
No solucionará nuestros problemas, pero sí nos dará más posibilidades para encontrarnos a nosotros mismos, y para comunicar con los demás.
Ahora más que nunca, esto es extremadamente necesario.
