Cuando hablamos de las lenguas clásicas estamos acostumbrados a escuchar a continuación la siguiente pregunta: "¿Por qué estudias latín y griego clásico si son lenguas muertas? Es aburrido estudiar eso..." Como arqueóloga es probablemente la frase que más he escuchado con diferencia. En este post quiero hacer una pequeña reflexión sobre el tema.
La realidad es que las lenguas clásicas van mucho más allá de cualquier lengua. En primer lugar, el estudio de la lengua latina y la lengua griega permite a los estudiantes conocer ambas culturas desde su propia perspectiva. La lengua de un territorio nos permite conocer sus costumbres y sus pensamientos más personales, pero también colectivos. ¿Podemos conocer una sociedad únicamente mediante la arqueología? Es evidente que no, especialmente por qué la arqueología no puede conocer los pensamientos de las personas, pero sí, sus acciones.
Otra reflexión para hacer es la siguiente: ¿Todos los conocimientos deben tener una utilidad en el mercado laboral?, o mejor la siguiente ¿Por qué se desprestigian tanto las humanidades en un mundo actual lleno de tecnología? ¿Tiene sentido separar los conocimientos científicos de los humanísticos? La arqueología es el perfecto ejemplo de una disciplina combinada.
Asimismo, es muy importante el estudio de las lenguas clásicas, especialmente para aquellos estudiantes que quieren ejercer una profesión y estudio en el ámbito humanístico. Por ejemplo, un estudiante que quiera estudiar filología catalana, occitana o hispánica, debe conocer la procedencia de su lengua y de cómo ha ido variando a lo largo de su historia. ¿Y con qué objetivo? La mayor parte de las palabras de nuestras lenguas maternas provienen de esas dos lenguas. Las palabras que usamos tienen una razón de ser y no han sido usadas en vano. ¿Por qué se usa la palabra candidato para designar a la persona que se presenta a unas elecciones?
Estas y muchas otras preguntas las podemos responder gracias al estudio de las lenguas clásicas.
