Cuando cursamos el bachillerato, a todos nos acaba pasando por la cabeza alguna vez esa sensación de impotencia, y de sentir que no somos capaces de cumplir nuestros objetivos. Ya sea para sacar todo el curso con sobresalientes, o para superarlo, sufrimos grandes dificultades.
Desde pequeños nos enseñan en aulas, y por tanto va implícito, el hecho de que la educación no llega al alumno por si sola, si no que necesita de un maestro que lo guíe a través de estos conocimientos.
Evidentemente, el esfuerzo del alumno juega un papel fundamental dentro de este desarrollo, pero es un grave error pensar que todos los alumnos son capaces de procesar los mismos conocimientos impartidos en un aula, con una misma metodología. Por mucho que se le invite al alumnado a trabajar en casa, hay demasiados casos en los que aunque el alumno pone todo el esfuerzo de su parte, no es capaz de cumplir sus objetivos.
Ahí es donde llega el papel del profesor particular. Un buen profesor particular, es aquel que es capaz de identificar las dificultades que sufre su alumno para comprender el material que recibe en clase, y a raíz de ahí, adaptarlo hasta el punto de que no sólo el estudiante entienda mejor la asignatura, si no que se sienta más motivado a la hora de afrontarla, dedicarle tiempo y esfuerzo.
Es un error profundo pensar que la persona que necesita de apoyo escolar es porque no tiene capacidades suficientes. El sistema educativo es un sistema poco personalizado, en el que mínimo tenemos entre 20 y 25 alumnos por aula y profesor, y por tanto es prácticamente imposible que todos los alumnos se sientan motivados y cómodos con una única metodología.
Animaos y disfrutad de las clases particulares, no dejéis que las preocupaciones os lleven al punto de sentiros impotentes, confiad en vosotros mismos, y dad el paso para alcanzar los objetivos que teneis en mente.
