¿EDUCAR O INSTRUIR? LA GRAN REFLEXIÓN PARA UN PROFESOR

Una escuela eficaz es un lugar dónde se pasa un tiempo compartiendo y aportando conocimiento dentro del grupo de aula, sin discriminaciones ni exclusiones de ningún tipo, dónde se pueda experimentar por uno mismo, sin juicios, con recursos útiles para la sociedad. Tiene que ser como un tipo de laboratorio dónde las personas tengan objetivos de interés a conocer y experimentar cosas nuevas. La escuela tiene que ser un lugar dónde el alumnado pueda gozar abiertamente y disfrutar con emoción sin angustiarse, sin sentir miedo a preguntar y aportar. Los profesores y maestros tienen la grande responsabilidad de crear un ambiente agradable dentro del aula acompañando a sus estudiantes.

El inicio de la escuela según el contexto histórico vivido anteriormente era para instruir, actualmente mucha gente sigue pensando lo mismo, pero hay la opción de escoger la escuela como un sistema que educa a las personas. Considero que la escuela tiene que ser capaz de educar, porque es una institución que no puede dejar de banda el componente de valores dónde como resultado se obtiene el comportamiento de una sociedad, y lo que pasa en ella es una reflexión de la educación que se ha aplicado a sus individuos.

Determinados valores como el respeto, la admiración, la colaboración y la cooperación, la estima, son socialmente útiles y nos permiten vivir en bienestar y convivir mejor. Así mismo, tenemos que dar ejemplo, como profesores que somos, que los valores que no son útiles para nuestra felicidad no merecen ni una mínima atención. Hacer conciencia de ello a nuestro alumnado nos conduce a que, en un futuro, sean personas con una elevada madurez emocional porque sabrán gestionar y controlar sus estados emocionales. Esto es educar, es decir, abrir la mente a nuevas posibilidades, acompañar y ayudar a aprender qué vale la pena saber y ser. Lo que la educación no es sigue siempre una conducta basada en la irresponsabilidad y el miedo en afrontar los obstáculos de la vida.

El gran objetivo y reto de la escuela es convertir los valores en prácticas de vida, en experiencias cara a cara, a pequeñas distancias, porque la escuela no es un ámbito dónde hayan de prevalecer los grandes discursos o las teorizaciones luminosas, sino el mundo de las distancias cortas, de espacios cercanos con una relación más humana.

Para que todos nosotros nos convirtamos en seres con valores efectivos, se tienen que reflectar en el día a día con nuestra actitud y nuestros hábitos de vida, cada reacción espontánea tiene que ser nuestro ejemplo de ser. Los equipos docentes tenemos que saber poner el énfasis en todo aquello que signifique reflexionar sobre para qué se tiene que introducir unos contenidos útiles y como lo podemos hacer. La escuela educa y es por eso que hay que aceptar, por encima de todo, el reto de ayudar a crecer a nuestros estudiantes. Hay que actuar con el propósito de que los chicos y chicas vayan modelando su vida en este mundo todo decidiendo de manera responsable que vale la pena saber i ser.

Violant Parra

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