Desde mi punto de vista, la atención a las Necesidades Educativas Especiales que puede tener un/una alumno/a deberían ser, en primera instancia, competencia de las escuelas a través de un programa de integración o inclusión educativa.
Salvo en casos muy graves, las posibles dificultades en el aprendizaje de los alumnos deberían poder adaptarse dentro del aula ordinaria con el resto de compañeros, mediante una adaptación curricular para intentar conseguir el máximo de objetivos que propone el currículum.
En muchos casos, ante la necesidad de atención individualizada específica, las clases ordinarias se refuerzan con clases de apoyo impartidas por el equipo de orientación de la escuela, en un tiempo más o menos prolongado, asesorados por profesionales (educadores sociales, médicos, psicopedagogos, pedagogos, psicólogos, logopedas, asistentes sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, etc.).
Pero, ¿qué papel debería desarrollar el/la profesor/a particular en estos casos?
La comunicación con la familia es un factor muy importante, una relación bidireccional en la que se expongan de manera fluida y habitual los problemas que puedan ir surgiendo a lo largo del curso, la metodología usada, los ritmos de la clase, los objetivos planteados, etc.
La cuestión es que, en casos donde los alumnos presentan problemas o dificultades del aprendizaje, a veces, tanto la familia como el/la profesor/a particular, nos encontramos con falta de información por parte de las escuelas y de las dinámicas utilizadas en el aula. Es por ello, que la comunicación con el colegio debe ser también lo más fluida posible, para poder trabajar en la clase particular, los apoyos y refuerzos necesarios.
Como profesora particular, mis clases están enfocadas de manera individualizada y se adaptan a las necesidades específicas de cada alumno. Como maestra, nunca dejo de informarme, estudiar y aprender para estar lo mejor preparada para trabajar y gestionar las diferentes NEE que puedan tener los alumnos.
Considero muy importante nuestra labor, no sólo a nivel académico, sino motivacional. Lograr impulsar a los niños que puedan sentirse inseguros o desmotivados, especialmente si presentan alguna dificultad en el aprendizaje, como problemas de lectroescritura, dislexias, trastorno de déficit de atención, altas capacidades…
Motivar al alumno a esforzarse y sentirse bien, a desarrollar otras habilidades y plantear las clases desde un enfoque de aprendizaje significativo.
Ana Quiroga, maestra y profesora particular
Fuentes:
1. Aguilera, D.; Castaño, C. y Pérez, A. Intervención educativa en el alumnado con discapacidad visual. España: Murcia
2. Alumnado con necesidad específica de apoyo educativo. Ministerio de Educación: Gobierno de España. http://www.educacion.gob.es/educacion/sistema-educativo/educacion-inclusiva/necesidad-apoyo-educativo.html
