El objetivo de este artículo es presentar mi experiencia como profesor en la plataforma y las casuísticas que me he encontrado para reflexionar no tanto sobre el alumnado, sino sobre el papel y función del profesorado que actualmente imparte clases de filosofía en España.
Empieza a dar clases particulares
Tras llevar dando clases online desde el inicio de la cuarentena, me he dado cuenta de que muchos profesores no tienen interés en dar clase ni en preparar a sus alumnos para selectividad. Y esta desgana o falta de vocación no es fruto de la cuarentena, cosa que es bastante grave.
En ello, está el futuro de decenas de jóvenes de 18 años, que se encuentran con muchas dificultades para entrar en los grados que quieren. En Cataluña, por ejemplo, en muchas carreras piden 7,8 y 9 y hay muchísima competencia, y bastantes alumnos que he tenido no van bien preparados, aún y los altos salarios que cobran los profesores de instituto allí.
Me ha sorprendido bastante en sentido negativo. No solo pasa en Cataluña, me he encontrado que en otras comunidades como la Comunidad Valenciana, Galicia, Baleares o Castilla y León pasa exactanente lo mismo.
Enseña filosofía a alumnos de batxillerato
No me cabe como el profesorado de segundo de bachillerato puede dar en un curso de 6-7 meses tan solo 3 autores de 7,8,9 o incluso 12 que entran en selectividad o ir en marzo-abril por Descartes.
Otro aspecto que me ha llamado la atención es el contraste del nivel de exigencia entre unos profesores que no preparan a sus alumnos para selectividad en el instituto dando 3 autores en todo un curso de segundo de bachillerato, con otros que exigen un nivel altísimo a alumnos de 17 y 18 años.
Mandar comentar todo el segundo prólogo de la Crítica de la Razón Pura sin dar indicaciones ni comentarlo previamente en clase para guiar a los alumnos, aunque sea el texto de Kant que entra en muchas autonomías, es un trabajo desproporcionado para alumnos de segundo de bachillerato.
Mandar comentar ese texto en medio del estado de alarma a alumnos de 17 y 18 años no es apropiado. Yo mismo le dediqué 3 - 4h en la universidad a comentarlo con el docente de la asignatura en segundo de grado. Mandar relacionar teorías filosóficas con películas comentadas en clase también implica un esfuerzo altísimo para alumnado de 17 años que tan solo han dado un año de filosofía.
Otro ejemplo es dar a autores sumamente complejos que en un Grado no se dan hasta tercero o cuarto como Spinoza, Hegel, Heidegger, Wittgenstein, Jean Paul Sartre o Kierkegaard a alumnos que en su mayoría no van a cursar los estudios del Grado de Filosofía.
A la hora de seleccionar autores en primero de bachillerato, se debería primar la elección de autores que puedan llamar la atención del alumnado por la actualidad de sus teorías y no entrar en autores sumamente complejos para sus conocimientos para que se interesen por los estudios y no según el criterio y gustos propios del profesor.
Hacer un examen de autores como Leibniz, Berkeley,Spinoza, Hegel, Heidegger, Wittgenstein,Russell o Jean Paul Sartre que no se ven hasta los últimos cursos del Grado a alumnos de primero de bachillerato es exigir demasiado nivel para el nivel que sería razonable para alumnos de 17 y 18 años.
En definitiva, este artículo tan solo pretende hacer una recopilación de casuísticas de la enseñanza en filosofía en las instituciones educativas en el conjunto del estado que me han contado mis propios alumnos y recordar la responsabilidad que debería tener el profesorado de los institutos de realizar una buena preparación para selectividad y exigir proporcionalidad en la exigencia de las tareas que les mandan de acuerdo al nivel del alumnado que tienen porque si no lo único que se hace es agobiarlos y que no disfruten de la asignatura.