Técnicas para dibujo. ¿Por qué aprenderlas?

Muchas veces he leído y escuchado: ¿Técnica para dibujar? ¿Por qué aprender técnica?"La técnica inhibe la creatividad".

Clases particulares

Cuando era pequeño siempre me acompañaba un cuaderno de hojas blancas, un lápiz y una goma. Dibujaba a mi entorno, a mi familia, a mis tíos, a animales de una colección de juguetes que tenía, a mis personajes de series de TV, como Meteoro y a los de las tiras de prensa dominicales, como Tarzán de los monos.

Muchas veces me sentía frustrado, porque no podía hacer algún dibujo. Al menos no, como lo "veía" en mi cabeza. Sin duda que había algo que fallaba.

Quizás muchos de ustedes habrán pensado alguna vez: "Esto de dibujar no es para mí" Pues eso mismo, lo he pensado varias veces, en muchas oportunidades a lo largo de mi vida. Ya que la frustración en el dibujo es muy común, y créanme, que esto de dibujar es una de las actividades más frustrantes que puedan encontrar.

Dibujaba a todas horas, mis amigos se iban a jugar al fútbol, y yo ponía alguna excusa (poco creíble la mayoría de las veces) para quedarme dibujando, (sé hoy, que ellos lo sabían) Dibujaba a mis personajes de comic preferidos, como todos los dibujantes del mundo, hemos comenzado por ahí.

Mi cuaderno se llenaba de personajes como , Batman, Superman, Spiderman, heman, y no lograba entender cómo hacían esos dibujantes, para repetir tantas y tantas veces una cara o un cuerpo y que les saliera una y otra vez igual.

Yo, sencillamente no podía hacerlo.

Fue entonces con el tiempo, que pedía a mis padres que me enviaran a clases de dibujo y luego de mucho, pero mucho insistir, lo conseguí. Cuando me hice adulto, estudié otras cosas y tuve otros trabajos que no tenían nada que ver con dibujar. Pero adivinen qué?

Mis cuadernos de hojas blancas, siempre estaban ahí, conmigo.

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De regreso a mi niñez.

Comencé con mis clases de arte clásico a los once años, en el taller de la pintora y escultora Telma Paroli de Acerboni, con la cual permanecí siete años, hasta que llegó el momento en que me dijo que debía de abandonar el taller, porque no tenía un grupo de alumnos para formar en el nivel de dibujo que ya necesitaba. Así que debía de buscar otro maestro, o maestra de dibujo y pintura.

No era muy fácil en ese entonces, internet no existía, y la enseñanza de dibujo y pintura, al nivel que requería no era para nada barato, las academias eran bastante elitistas y además las quedaban muy lejos de mi barrio.

Aun que después busqué muchas escuelas, lo que vi no me convenció.

Ya ni siquiera era un problema de precios, es que no explicaban, no decían cómo hacer las cosas, ni por qué se hacían así, daban la sensación de estar en un lugar donde lo más importante eran las "facturas", es decir: "el dinero que obtenían de cada alumno"

Es lógico que los profesores de dibujo ganen por su trabajo, pero eran clases de entretenimiento y yo quería aprender más. No encontraba respuestas. Así que tube que desistir, no me interesaba una corrección cada quince días, que era el tiempo que tardaban en controlar mi trabajo en clases multitudinarias y que miraran mi dibujo apenas unos segundos y me dijeran: "esto está mal, corrígelo"

¿Por qué está mal?, ¿Cómo lo corrijo? ¿Cómo se hace? ....Nada tenía respuesta.

Lejos quedaron esos momentos y esas clases magistrales que Telma me daba. Los mejores días de mi vida, habían terminado. El olor a trementina, las manchas de óleo, los dedos sucios del carboncillo, y los "desafíos" constantes, de superar, las cada vez más difíciles prácticas técnicas, habían terminado.

Telma me había enseñado, y lo había hecho muy bien. No todo en dibujo era coger un lápiz, había razonamiento, análisis, y algo que me inculcó, aun que en mi es nato: El inconformismo, que nunca me valió con hacer algo más o menos bien. Buscar cómo hacerlo bien.

Con ella, aprendí lo más importante de este oficio:

  • Que siempre habrá un reto superior, algo más complicado de dibujar.
  • Que mi búsqueda de superarme, era lo que me hacía crecer como dibujante y pintor.
  • Y algo muy importante: Que con práctica, se alcanza cualquier meta, por difícil que parezca, en este trabajo, el oficio de dibujante y pintor.

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La respuesta a mi frustración, a mis limitaciones, estaba en la técnica. No sabía como llevar al papel, lo que tenía en mi cabeza. Veía el dibujo terminado, pero era incapaz de plasmarlo en el papel. El saber construir una cabeza, la anatomía de una nariz o un ojo, el correcto manejo de los materiales y cosas tan sencillas de cómo coger un lápiz para dibujar, no cortaron mi creatividad, por lo contrario, me dieron la libertad, de poder hacer lo que veía o imaginaba.

Si deseas aprender a dibujar, lo mejor sería dominar la técnica, y practicar mucho, que como todo oficio, con la repetición se aprende.

Años después, investigando y adaptando técnicas de dibujo clásico, llegaron las caricaturas, y los comics.

Pero eso, ya es otra historia.

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