Educación emocional en nuestras aulas: aprendizajes para el bienestar individual y colectivo

La educación emocional no es un capricho, sino un valor seguro en el desarrollo humano. Durante décadas, la comunidad educativa ha trabajado para promover el desarrollo cognitivo. Este es la clave para erradicar el analfabetismo.

Ahora, en pleno siglo XXI, podemos estar seguros de que vivimos en un entorno educativo bastante amable donde los niños mejoran sus conocimientos en diversos campos del saber. Pero cuando se trata de otra habilidad esencial para la vida: las habilidades emocionales, todavía queda un largo camino por recorrer. Desde hace un tiempo, el creciente interés por desarrollar estas otras habilidades ha sentado las bases de lo que conocemos como inteligencia emocional. La inteligencia emocional, también conocida como educación emocional, ayuda a los niños a tomar conciencia de sus emociones y aprender a reconocerlas. Una vez identificada, la educación emocional implica entrenar y desarrollar habilidades para facilitar la adaptación y el afrontamiento en diversas situaciones de la vida. Entre estas habilidades destacamos la autoestima, el autocontrol y la autoconciencia. Estos tres conceptos son centrales en la dimensión interna y se refieren a "cómo me siento" y "cómo me veo a mí mismo". En base a esto, el niño proyecta su imagen en los demás, lo que regulará sus relaciones con los demás.

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Repasemos la secuencia para desarrollar estas habilidades emocionales:

1. Define qué son las emociones

Las emociones son parte de nuestra biología humana. Algunos lo definen como un software instalado que nos avisa cuando pasa algo. Alegría, ira, decepción, sorpresa, miedo, tristeza. Las emociones contienen lo mejor y lo peor de nuestra vida.

El sentimiento es más una estructura. Tiene que ver con cómo interpretamos la realidad, es decir, tiene que ver con nuestros pensamientos y creencias. Es, en última instancia, el capital subjetivo de todos. A una edad, cada niño percibe el entorno que lo rodea de manera diferente en función de sus experiencias, lo que a su vez da forma a su forma de pensar. Hablemos de amor, hablemos de felicidad y así sucesivamente. Cada niño desarrolla estos sentimientos en base a experimentos con el entorno, pensamientos y creencias. Cada niño experimentará el amor y la felicidad de manera diferente.

2. Ampliar el lenguaje relacionado con los sentimientos

Cuanto mayor sea el abanico de emociones asociadas a su correspondiente vocabulario afectivo -aprendiendo a identificarlas y nombrarlas- más seguro será el desarrollo de habilidades emocionales y sociales en el futuro. Todos sabemos desde la infancia lo que son el miedo, la ira y la alegría. Pero cuando éramos niños, nos costaba más reconocer otras emociones. Por ello, el lenguaje juega un papel central en el desarrollo de los niños, y ampliar y enriquecer su vocabulario les permitirá reconocer otras emociones nuevas.

Es importante utilizar este lenguaje lo suficiente en el aula y en el hogar para referirse a sentimientos y emociones positivas, valorando la alegría, el amor, la compasión, la armonía, el equilibrio, la tranquilidad, la paz, la alegría, la felicidad, la unidad, la empatía. En la medida en que usemos estas palabras y las pongamos en práctica, esto ya es parte del entrenamiento emocional.

3. Conectar pensamiento-sentimiento-acción

Todas las emociones tienen conexiones neurofisiológicas. Cuando un niño experimenta emociones, se activan muchos mecanismos biológicos. En situaciones de ira, se activan la taquicardia y el aumento de la presión arterial. Con el miedo viene el temblor, mariposas en el estómago. Es importante que los niños aprendan a relacionar las emociones y sus efectos, lo que les ayudará a tomar conciencia de sí mismos.

Por otro lado, esta pregunta también nos obliga a hablar de autocontrol o autorregulación emocional. Aquí es importante que padres y profesores les enseñen a reconocer las emociones y los límites de su conducta más impulsiva. A menudo, en situaciones de ira o resentimiento, los niños tienden a morder, arañar o golpear. Una adecuada educación de los niños basada en la inteligencia emocional evitará futuros comportamientos como la violencia.

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Algunas sugerencias y consejos para la crianza emocional de los niños

  • Hable directamente con su hijo, intente comprender cómo se siente y anímelo a expresar sus sentimientos. Siempre es cómodo pararse a su nivel y mirarlo a los ojos.
  • Los niños pueden dibujar emociones negativas como la ira. Los niños pueden canalizar sus emociones a través de garabatos.
  • Leer historias o fabulas para niños sobre personajes que expresen sus sentimientos. Los niños aprenderán a autoanalizarse, profundizar en sí mismos y encontrar momentos de introspección y análisis. Use libros educativos que ilustren diferentes emociones con imágenes y vocabulario.
  • El teatro como recurso para el aprendizaje experiencial. Las prácticas deliberadas que promuevan la educación emocional en el aula ayudarán a los niños a utilizar y gestionar mejor sus emociones y facilitarán su adaptación a diferentes situaciones y circunstancias.

En la sociedad actual, en rápido desarrollo y constante cambio, se cuestionan muchos valores humanos, y la pérdida de estos valores viola la importancia de ciertas habilidades para los niños con recursos limitados de autogestión. Esto supone un esfuerzo de toda la comunidad educativa y de las familias para apoyar el movimiento de la educación emocional, que será crucial para la salud mental y emocional del niño en el futuro, necesaria para cubrir las necesidades de los niños.

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