Corren tiempos en los que cometer un error se ha convertido en un motivo de mofa, burla y humillación para muchas personas. Vivimos en la era de la tecnologia, de los medios de comunicación y las redes sociales. Todo ello con sus puntos fuertes. En primer lugar, como medios de conocimiento y difusión. En segundo lugar, como medios de aprendizaje. En este último punto enfocaré el uso inapropiado de estos avances. Los avances tecnológicos también se convierten en un instrumento de mayor difusión de cualquier error cometido, pudiendo llegar a miles de personas. Dicha circunstancia, provoca la burla permanente que nos lleva a ser mas cautos y temerosos a la hora de expresarnos.
Esto también se convierte en un problema en las aulas, donde en la asignatura que me compete, que es Inglés, muchos profesores convenimos en que la mayor dificultad en la expresión oral en esta asignatura es debido a que el alumno tiene miedo a cometer un error, hacer el ridículo etc.
Uno de los puntos fuertes que necesitamos entender para poder aprender, es darnos cuenta de que el error forma parte de nuestra vida en cualquier ámbito, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. El error forma parte inherente del aprendizaje, una frase, que por otra parte, digo a mis alumnos en muchas de mis clases. No pasa nada por equivocarte, porque sirve como punto de partida para poder aprender. Lo importante, es la trascendencia que le damos a ese error, tanto nosotros como profesores como los alumnos. Debemos tener la empatía suficiente, como para explicar el porque de dicha equivocación para que el alumno no entienda el error como algo traumático e irreversible.
Los errores nos hacen seres imperfectos con la necesidad del reto diario de aprender a ser mejores. Un reto que los profesores debemos tener en cuenta, es ser capaces de minimizar el impacto del error explicando a nuestros alumnos que la equivocación es y será parte natural de un proceso de aprendizaje.
