Desde mi propia experiencia la mejor forma de aprender es equivocándose.
Yo dejo a mis alumnos que prueben a realizar los ejercicios por primera vez, aunque repitan una y otra vez que no saben hacerlo y tras observar cómo lo resolverían ya les indico la mejor forma de resolverlo.
También fomento que tomen buenos apuntes en clase, ya que si no realizan los deberes y no los corrigen es muy dificil saber lo que se les exige.
Trabajo con ellos la confianza creando un vínculo, convirtiendome en su amiga y confidente. Hasta el momento con todos los alumnos que he tenido ya que compartiendo tantas tardes con ellos es inevitable cogerles cariño.
He dado clases a alumnos con déficit de atención y transtornos de la conducta y superamos los cursos con éxito trabajando con mucha paciencia y haciendo las clases lo más amenas posibles.
En mi opinión las clases deben ser de una hora y media y dos tardes a la semana, aunque depende del alumno y de las asignaturas que quiera estudiar con mi ayuda.
Puedo ser un buen refuerzo para ellos, y hacer que les termine gustando las matemáticas igual que me pasó a mi con mi profesor particular, que le dió la vuelta a la tortilla... de odiarlas y darse mal pasaron a encantarme y a terminar estudiando ingeniería así que más vale hacer el aprendizaje ameno y cogerle cariño a las mates que seguir torturando a los niños con muchas horas de ejercicio sin poder comprender ni lo que hacen.
